miércoles, 3 de diciembre de 2014

No juntos aunque revueltos.





          A propósito de un nuevo plato de revuelto de sesos con bellotas kofrades aparecido en los fogones de la nouvelle-cuisine periodística lila. 












          De verdad que esto traspasa todos los límites y está rayano con el ridículo. ¿Desde cuándo iba a estar el presidente de un “organismo oficial”, de rango superior, en este caso máximo para los judíos, en una casa particular donde se procedía al interrogatorio oficioso de un reo, por mucho mangoneo que ejerciera Anás, antiguo sumo sacerdote, y por mucho suegro que fuese de Caifás, sumo sacerdote electo efectivo y presidente del Sanedrín, donde esperaría de grado o por la fuerza de los acontecimientos ese primer contacto con el Nazareno? ¿De qué iba a estar José De Arimatea, sanedrita y discípulo de Jesús, en casa de Anás zascandileando, mientras cruzado de piernas se mesaba la barba contemplando pensativo la injusta bofetada que recibe Nuestro Señor? Por favor, un poco más de cultura cristiana y de conocimiento de las Sagradas Escrituras. Dejemos para otras ocasiones estas mixtificaciones teleapócrifas, pudiéramos decir, de los pasajes de la Pasión de Cristo en las que a algunas novedosas interpretaciones más libérrimas y de múltiples facetas o poliédricas –poligónicas, quizás, tal vez- no les hacen ascos ni existe empacho por encaramar a una mesa a personajes que se profesaban mutuo odio, como Caifás y Herodes, de los que sabemos que cada uno permaneció en su sitio correspondiente sin pasearse juntos en ningún momento aunque fuera por sitio tan agradable como Sevilla una tarde primaveral de Lunes Santo. 


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