Podríamos ser un poco más juiciosos, maduros y
responsables económica, social y políticamente. Fundamentalmente porque las posturas
y actitudes de cada uno de los miembros de una sociedad –máxime en un sistema de más o menos efectiva democracia liberal- afectan al conjunto de los
individuos y, principalmente, al bien sagrado de la Libertad individual, que
puede ser, es tantas veces conculcada al dictado ilegítimo de mayorías irresponsables
o cretinamente sectarias, por muy mayoritarias que sean.
Estoy hasta las narices mismamente de
que se aúpe al poder a auténticos mindundis o caraduras, a demagogos de toda
laya y condición con ganas de poder para manipular, derrochar, enchufar y trincar.
Y que lo único que hayan hecho es arruinar a mi país y, con esta ruina, labrar
la mía y la de millones de mis conciudadanos.
Podemos, desde luego, pero claro que
podemos, faltaría más, empeorar más aunque ya nademos en las penurias de la
ruina más lamentable. Estoy hasta las narices de mayorías absolutas de sinvergüenzas
como González, que me presenten a cabezas hueras como el colmo de la sensatez
en el caso de Anguita, que puedan llegar al gobierno canallas sectarios como Rodríguez
o que jaleen la demagogia barata de caraduras sin escrúpulos como Iglesias,
protestantes, desde luego.
Estoy hasta las narices de que cuando,
entonces, corriendo asustados aupamos a la “derecha” al poder para que nos
saque las castañas de la ruina del fuego de la demagogia y el latrocinio socialistas,
nos hayan servido amoldado y aleccionado a un partido que se manifiesta
cómplice de los intereses y privilegios de la casta nacionalsocialista que nos ha
gobernado desde hace más de treinta años llevándonos hasta la ruina económica y
social más aterradora, y que, encima, por boca de su cabeza dice no reconocerse
en los principios liberales o conservadores al uso –cada vez menos efectivo,
hay que decir- de las democracias avanzadas anglosajonas norteamericana y
británicas. Como decían el otro día atinadamente: “un
gobierno de izquierda con una oposición de extrema izquierda”. Pobre España.
Que Dios nos coja confesados.
Fotografía: Áureo Sanz Ruiz
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