In memoriam: James McGill
Buchanan Jr. (3-10-1919 / 9-1-2013).
A propósito de la muerte de James M.
Buchanan, un comentario -carente de toda pretensión emuladora- sobre la limitación del Poder del Estado a la
luz del Liberalismo de la Escuela Austriaca, ahora que se cumplen dos años, y
la publicación de sendos artículos in memoriam de los Profesores Rallo
–discípulo- y Huerta De Soto –maestro-. Ahora que nos quieren salvar los
castizos al grito de: “La mancha de la casta con otra roja se quita. O podemos
quitarla: ponga mora donde pone casta”.
“James Buchanan y los límites del
poder político” por Juan Ramón Rallo.
"Ha sido el más fino análisis -y nos
ha dejado algunas fórmulas para intentar combatirlo- del mal social, político y
económico de nuestro tiempo: Leviatán, al que obcecadamente una inmensa mayoría
no percibe, incluso considera como benefactor, pero del que en realidad sólo
esperan que coaccione y esquilme a otros en su propio beneficio personal, sin
darse cuenta que al final todos somos víctimas de su tiranía. El Estado monstruoso
y desbocado, con apariencias de tranquilo, calculador, meticuloso, justo y
benéfico provisor y previsor, que engulle nuestra libertad y nuestras
haciendas, y que con clarividencia diáfana fue intuido por Tocqueville y que
con precisión fue definido por Bastiac, a los que no dejo de llevar en la
mente, donde me martillean sus lúcidas palabras. Y no me canso de repetírmelo
día y noche. Y el tiempo confirmando todos los temores. James Buchanan d. e. p."
*
“Conservad las leyes si os place; aunque
yo pienso que, al hacerlo, os equivocáis, conservadlas; conservad los mismos
hombres si eso os causa placer, yo, por mi parte, no seré ningún obstáculo;
pero, por Dios, cambiad el espíritu del gobierno porque, os lo repito, este
espíritu os conduce al abismo.”
“Parece que si el despotismo llegase
a establecerse en las naciones democráticas de nuestros días, tendría otros
caracteres [distintos de los de las sociedades antiguas]: sería más extenso y
más suave, y degradaría a los hombres sin atormentarlos.”
“Quiero imaginar bajo qué rasgos
nuevos se podría producir el despotismo en el mundo: veo una inmensa
muchedumbre de hombres semejantes iguales que dan vueltas sin reposo sobre
ellos mismos para procurarse placeres pequeños y vulgares, con los que llenan
su alma. Cada uno de ellos, tomado aparte, es como extraño al destino de todos
los otros: sus hijos y sus amigos particulares forman para él toda la especie
humana; por lo que hace a sus conciudadanos, él está al lado de ellos, pero no
los ve; los toca pero no los siente; no existe sino en sí mismo y para él solo,
y, si bien tiene una familia, se puede decir que lo que ya no tiene es patria.
Por encima se alza un poder inmenso y
tutelar, que se encarga exclusivamente de garantizarles sus placeres y de velar
por su suerte. Es absoluto, detallado, regular, previsor y benigno. Se
asemejaría a la autoridad paternal si, como ella, tuviese como objeto
prepararlos para la edad viril; pero, por el contrario, no persigue sino
fijarlos irrevocablemente en la infancia; este poder quiere que los ciudadanos
gocen, con tal de que sólo piensen en gozar: trabaja de buen grado por su
felicidad; pero en esa tarea quiere ser el único agente y el único árbitro;
provee a su seguridad, prevé y garantiza la satisfacción de sus necesidades,
facilita sus placeres, conduce sus principales asuntos, dirige su industria,
regula sus sucesiones, divide sus herencias; ¿por qué no podría librarlos
enteramente de la molestia de pensar y del trabajo de vivir?”
“La igualdad ha preparado a los
hombres a todas estas cosas: los ha predispuesto a sufrirlas y a menudo incluso
a mirarlas como un beneficio.”
“[Este poder] no destruye las
voluntades, pero las ablanda, las doblega y las dirige; rara vez obliga a
actuar, pero se opone sin cesar a que se actúe; no destruye, pero impide nacer;
no tiraniza, pero mortifica, reprime, enerva, apaga, embrutece y, al cabo,
reduce a toda nación a rebaño de animales tímidos e industriosos, cuyo pastor
es el gobierno.”
Alexis Henri Charles de Clérel,
vizconde de Tocqueville
(Verneuil-sur-Seine, Isla de Francia, 29 de julio de
1805 - Cannes, 16 de abril de 1859)
**
“El Estado es la gran ficción en
donde todo mundo trata de vivir a expensas del resto.”
Claude Frédéric Bastiat
(Bayona,
30 de junio de 1801 – Roma, 24 de diciembre de 1850)
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