... y sigue.
Para situarnos antes de la explosión:
los momentos de la eclosión de la música popular contemporánea en España.
Desde el final de la Guerra de la
Independencia y durante el reinado de Isabel II (1833-1868) se culmina la
unificación estatal del Ejército –desaparecen las Milicias Ciudadanas- que
cobra un gran protagonismo en la vida civil y hasta política. Conocida es la
multitud de pronunciamientos y levantamientos de signo liberal y las tres
Guerras Civiles Carlistas. Las Unidades tienen su guarnición fundamentalmente
en las ciudades –incluso en el centro urbano- grandes y medianas. La mayoría de
varones presta servicio a la Patria durante un tiempo en el Ejército. La
presencia militar es habitual en la vida urbana y cualquier acontecimiento
civil –oficial o no- cuenta con su participación activa. La milicia se
encuentra perfectamente imbricada en la vida ciudadana.
La presencia de bandas de música es
habitual; por supuesto las militares, pero también las menos numerosas civiles.
¿Supuso una falta de acicate para la creación de las civiles la abundancia de
militares? Todo parece indicar que no. Existían entonces multitud de orquestas
para en los teatros representar óperas, la renaciente zarzuela y las todavía
embrionarias variedades. Es más, la milicia se nutría de la exuberante afición
musical que se respiraba en el ambiente urbano y ya, en cierta parte,
independiente de la Iglesia y la música sacra, es decir: la popularización de
la música culta profana en las ciudades. Allí donde no hubo guarniciones
militares –núcleos de población medianos o menores- fue la propia población
civil la que en innumerables casos organizó sus bandas de música, adscrita o no
a algún organismo civil. Sería –y es- el caso de Sevilla y los pueblos de su
alfoz.
Esta proliferación de bandas entrado
el Ochocientos es consecuencia del auge de la música bandística, que participa
del movimiento de recreación de lo popular por la música culta. En lo que
podríamos denominar Postromanticismo o Costumbrismo, coincidiendo con la
Restauración -después del periodo Isabelino y la primera tragicómica charlotada
republicana, aunque el término resulte anacrónico- se inunda la música culta de
lo popular. Bien la música popular se recrea desde parámetros clásicos, bien se
trufa la culta de aires populares en un movimiento que bebe de las fuentes del
Romanticismo y el Barroco y con antecedentes que se sumergen desde el
Renacimiento hasta el Medievo.
Y este movimiento es particularmente
intenso en España. Renace la zarzuela llena de motivos populares y regionales.
Se estudian las costumbres populares regionales con sus danzas y músicas, cuyos
aires impregnan la música culta o se recrean desde ella, hasta la aparición de
las composiciones de los grandes maestros del Impresionismo o Regionalismo
español. El flamenco sale de su enclave de la Baja Andalucía y periferia para
“españolizarse” convirtiéndose en la música popular hispana por antonomasia y
preñando con su aire la canción popular, para que nazca la copla. Canción
popular aflamencada cargada de aires andaluces que arrasa en el mundo de las
variedades. Es ahora -último tercio del S. XIX- cuando surge vibrante la forma
paradigmática de la música popular española: el pasacalle o pasodoble. Un tipo
de marcha viva para una banda que pasea (pasacalles), soldados que desfilan
(marcha de paso ordinario), toreros que abren plaza (pasodoble taurino),
incluso para bailar o cantar, y casi siempre con aire popular andaluz. Nos
encontramos con la explosión de la música popular española sublimada por la
culta y su universalización, movimiento en auge durante los cien años a caballo
de los dos últimos siglos y que podemos dar desgraciadamente por finiquitado en
los sesenta del Novecientos.
Continúa...
Publicado en la bitácora
“Patrimonio musical” en la entrada “¿Enseñar historia de la "Música de
Cristo?” del foro “La Música en los Pasos de Cristo. Música de Cristo." el
9 de Octubre de 2011 a las 23:10.
No hay comentarios:
Publicar un comentario