Más sobre una dicotomización
estética acelerada: cofradiera vs cofrade.
A propósito de los comentarios
–auténticos de pollos sin cabeza últimamente- vertidos en Pasión en Sevilla a
raíz de una noticia (16-4-2012) sobre el andar del paso de la Sentencia de Nuestro
Señor Jesucristo llevando al martillo a Ernesto Sanguino, como segundo, tras la
retirada de Miguel Loreto y el nombramiento como capataz de la Cofradía de La Macarena
de Antonio Santiago. Y, más que nada, sobre lo que los comentarios reflejan:
una dicotomía semanasantera ya quisiéramos que entre lo apolíneo y lo
dionisiaco. ¡Ojalá! Entre lo clásico o cofradiero de toda la vida de Dios
(tildado de "rancio" con todas las de Caín, en este caso casi tan Pálido como el de La
Madrugá, por unos cuantos grassiosos y tontainas descapirotados con la gracia
donde yo me sé y un resentimiento larvado que se empeña en aflorar una y otra
vez) y lo “cofrade” con variantes diversas si bien mixtificadas hacia lo cani;
lo miarma; lo algodonoso o vaporífero cuasi etéreo; lo butterfly; lo
abiertamente de locazas ora urbanas ora rurales o villanas; lo “estilo
sevillano” o “de Triana” de siempre; lo de “capa-cola” tan sin matices ("¡Pa´qué!
Qué complica’o ereh, quillo.") como lo de “Semana Santa-Feria”; lo gracioso en personajes
con malage o, vulgarmente, lo grassioso; lo insustancial trascendentalizado o
tenebrismo cofrade; lo antropológico-universitario morenesco y cuatrocientas cinco
explicaciones para cada cosa y a cada cual más descabellada; lo trascendente
banalizado; lo pregoneril y ripioso; lo comprometido con la hermandad; lo
falsario; lo triste; lo meapila; lo santurrón; lo socialcristiano y el “con la
cantidad de gente que pasa hambre (pero yo Mariquita La Primera que me apunto a
una procesión)”; lo “agnóstico” (pero “me-apunto-a-un-bombardeo-y-si-es-por-Semana-Santa-mejor”);
en fin, hasta lo contestatario que emerge actualmente hacia las cofradías y las
molestias ocasionadas por las procesiones (¡Vamos, por los cojines a alguien se
le iba a ocurrir protestar por los Carnavales en Río o Venecia, que lo breaban
a palos!).
Nuestra opinión:
“Lo he visto desde Bécquer a la Cruz
Verde al ladito, de un tirón. Aquí, de salida, siempre a ritmo vivo para
cumplir horarios; este año por las inclemencias del tiempo, más. Tocado por la
Gracia –así corresponde a la Cofradía, paradigma de la de Sevilla- como todas
las Semana Santa, pero con muchísima más elegancia, mucha más. Con sus costero
a costero –y eso que había prisa- con sus pasitos atrás –ay, pa’lante, siempre
pa’lante con los pasos- antes de arriar. Pero sin abusar. Y con mucho mando, como
requiere sacar un paso en Sevilla y como agradece la gente de abajo al
final. Si al terminar estaban contentos
de cómo los habían dejado trabajar, pues miel sobre hojuelas.
El andar del paso de la Sentencia se
estaba haciendo chabacano a ojos vista –y mira que es difícil atentar
artísticamente contra esta Cofradía, paradigma unánimemente reconocido,
volvemos a repetir, de la Gracia de Sevilla- año tras año y se requería una
vuelta a los patrones clásicos de la elegancia y la medida que siempre
impregnaron los modos de nuestras cofradías, y que hoy se han empeñado en ir
tirando despacito e irremisiblemente por la borda –quizás de un costero a
costero un “poquito” exagera’o-. Y se ha hecho de la forma sutil y elegante que
esperábamos todos.
El caso, miren Vds. es que hay
ciertas cosas de las que abominamos, más que nada por que nos amargan
estéticamente. Es que hemos visto sacar los pasos por profesionales –qué le
vamos hacer, alguna ventaja tendría que tener cumplir años- y a las primeras
cuadrillas de aficionados; y hemos visto mandar a los últimos clásicos de terno
negro. Y al Señor de la Sentencia lo vimos. Y a su Madre, también. Y los
costero a costero como que ¡psss! Y la cofradía de San Gil es lo que es. Y no
es cabriolas de pureza equina; ni estupideces andantes de auténtica pena con un
Reo suplicante; ni caminares extravagantes y pastosos como una masa de alimento
básico; ni charangas para acompañamiento de ósculos traidores; ni soberanías
del poder canijo; ni misteriosas músicas étnicas para plantarse en carrera con
las claras del día; ni muchas chabacanerías. Ni la banda de cornetas y tambores
–hasta ayer por la tarde, la única- de los Armaos es engendros musicales que
como peleas de gatos tocan detrás de un Cristo que expira; ni rearmonizaciones
–como las llaman- de marchas clásicas con unos bajos a modo de mugidos de una
piara de becerros, en un claro caso se asesinato artístico; ni ninguna otra
bajunería de las imperantes entre paquirrines, heliófilos o cármenes merimerianos
ataviados de camareros bulliciosos. Porque, sí, la Semana Santa de Sevilla
sufre un proceso de degradación artística que como mancha de petróleo la va
cubriendo y que es fiel reflejo de la chabacanería social rampante que
padecemos.
En cuanto a los andares del palio,
sólo nos remitimos a la última vuelta –ay, los nuevos neólogos de la revirá- en
la Cruz Verde con “Rocío” o la culminación de la elegancia y la Gracia. Por no
hablar de la inefable de 2009 con “Campanilleros” que es lo máximo que han
contemplado nuestros ojos en Semana Santa. Lo de la deriva desde hace años del
palio de la dolorosa que mira a tu izquierda mientras le hablan es vox popvli;
solamente había que poner oído a lo que se comentaba alrededor mismo del paso
esta última salida. Con mucho, desgraciadamente, lo que peor anda. Y no sé
dónde está la gracia ni la Gracia. De nada.”
Y que el Santo patrono del día bendiga ambos martillos y los que hagan falta, aunque fueren martillazos,
Sanctvs Ernestvs, Ora Pro Nobis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario