martes, 31 de diciembre de 2013

De Marcha con... Gámez

De Marcha Procesional



 
          No Doña Celia, precisamente, no, que no soy un Foxá, Más bien el grandísimo Don Pedro Gámez Laserna: el favorito de este servidor. En el caso presente, nada humilde, porque hoy en día te dan como buenos a unos juntanotas que hacen que permanentemente saques a relucir tu elenco de clásicos aunque odiosas sean las comparaciones. Pero hasta aquí podíamos llegar en música procesional, que siempre hubo clases: suelos y suelas, Madrugadas y madrugones, marchas o marchuelas, calles, callejas, etc. Estas son algunas de sus marchas que me gustan tan emocional y apasionadamente, que me enamoran, de las que estoy enamorado:


          "Mi favorita -no es la mejor pero es la que más me gusta: como la mujer de tu vida- de mi fetiche. Aires de finísima torería en una especie de pasodoble penitencial para que la Cofradía de los dos "Pasmos de Triana" (El Agonizante y el Agonizado; Salvador y Juan, agonistas, no antagonistas como supuestamente el segundo con José) saque a pasear a La Señorita de la Tarde de los Viernes Santo por Sevilla desde El Patrocinio.










         Melodía ensoñadora, armonía prodigiosa, instrumentación finísima con una estructura poemática de lo más sencillo pero genial: Tema de Entrada (dos compases solemnes) / Enlace (dos compases sostenidos) / Principal (A+A') / Central (B+B'+B+B'') / Picado o Staccato (C-C' forte + C-C'' piano) finísimo / vuelve al Principal (A+A'') / Trío (D+D'+D''+D''') / Coda.










          Mi gran amante: no es mi gran amor pero con ella me lo paso estupendamente.










          La interesante amiga de las escapadas.










          La impresionante vecina de la casa de enfrente.










          La que siempre veo pasar, un sueño inalcanzable que parece que siempre a punto estoy de alcanzar.










          Y el otro Don Pedro (Braña) tocándole las marchas con la Municipal lentas, lentas, lentísimas. Y Gámez educadamente quejicoso de que no le diera el ritmo más vivo, triunfal como en esta última, a sus composiciones.
 
          Me gustan -casi- todas, la verdad.










          Lo mismo de Sevilla que las de Triana.










          Hasta las forasteras cuando vienen a la Ciudad.







 


          Pero en realidad prefiero siempre a las clásicas del centro. Aunque no me refiero a cotorras de misa en el Santo Ángel y merienda en "Ochoa" u otros loros asimilables. Esta es de cerveza en El Salvador, pastas en "La Campana", emparedado en el "Laredo" (el decorado por Juan Miguel Sánchez, no el engendro catetón roble-juntero de ahora) y una de pavías o huevos al nido en el Bar "Gonzalo" antes de subir por Argote de Molina.










          ¡Qué guapa eres, Socorrito, Niña! ¡Qué distinguida, qué elegante y qué loco me tienes, Amor! ¿Que adónde voy ahora? A San Lorenzo. No a escuchar a Gámez sino que a que Gámez me escuche a mí y me explique por qué no le compuso a otra Amiga mía. Rivales que seríais las dos si no me barruntara la cabeza que sois La Misma: Benditas seáis entre todas las demás mujeres.










          Perdón por la reiteración pero es mi favorita y no sé bien por qué. ¿O sí? El porqué puede ser la elegancia de lo simple pero de aquilatada calidad y autenticidad musical. Igual de populares "Mi carro" que "Romance de valentía". ¡Pero qué diferencia de calidad! Perdón por el símil cuasi taurino, que no quiero herir “sensibilidades”. Más popular si cabe "La Alatristá" de Caín que "Soleá, dame la mano" de Manolo Font que admiró en la Semana Santa de 1921 a Igor Stravinsky al paso del palio de la Virgen del Refugio de San Bernardo (“Estoy escuchando lo que veo y viendo lo que escucho”) y que inspiró a Maurice Jarre para la banda sonora de “Lawrence of Arabia” (1962). Pero ¿hay que explicar diferencias? Parece, últimamente, que sí. Efectivamente, un marchón ésta “Nuestra Señora del Patrocinio” del grandísimo Pedro Gámez Laserna.










          Con mis deseos de un venturoso año 2014: salud y prosperidad. Pero sobre todo, fría o calurosa, que no llueva en Semana Santa. "





lunes, 30 de diciembre de 2013

Las Procesiones y las Bandas de Guerra (II): Bosquejo histórico. El Ochocientos militar y costumbrista.




... y sigue.




          Para situarnos antes de la explosión: los momentos de la eclosión de la música popular contemporánea en España.

          Desde el final de la Guerra de la Independencia y durante el reinado de Isabel II (1833-1868) se culmina la unificación estatal del Ejército –desaparecen las Milicias Ciudadanas- que cobra un gran protagonismo en la vida civil y hasta política. Conocida es la multitud de pronunciamientos y levantamientos de signo liberal y las tres Guerras Civiles Carlistas. Las Unidades tienen su guarnición fundamentalmente en las ciudades –incluso en el centro urbano- grandes y medianas. La mayoría de varones presta servicio a la Patria durante un tiempo en el Ejército. La presencia militar es habitual en la vida urbana y cualquier acontecimiento civil –oficial o no- cuenta con su participación activa. La milicia se encuentra perfectamente imbricada en la vida ciudadana.







  
        La presencia de bandas de música es habitual; por supuesto las militares, pero también las menos numerosas civiles. ¿Supuso una falta de acicate para la creación de las civiles la abundancia de militares? Todo parece indicar que no. Existían entonces multitud de orquestas para en los teatros representar óperas, la renaciente zarzuela y las todavía embrionarias variedades. Es más, la milicia se nutría de la exuberante afición musical que se respiraba en el ambiente urbano y ya, en cierta parte, independiente de la Iglesia y la música sacra, es decir: la popularización de la música culta profana en las ciudades. Allí donde no hubo guarniciones militares –núcleos de población medianos o menores- fue la propia población civil la que en innumerables casos organizó sus bandas de música, adscrita o no a algún organismo civil. Sería –y es- el caso de Sevilla y los pueblos de su alfoz.









          Esta proliferación de bandas entrado el Ochocientos es consecuencia del auge de la música bandística, que participa del movimiento de recreación de lo popular por la música culta. En lo que podríamos denominar Postromanticismo o Costumbrismo, coincidiendo con la Restauración -después del periodo Isabelino y la primera tragicómica charlotada republicana, aunque el término resulte anacrónico- se inunda la música culta de lo popular. Bien la música popular se recrea desde parámetros clásicos, bien se trufa la culta de aires populares en un movimiento que bebe de las fuentes del Romanticismo y el Barroco y con antecedentes que se sumergen desde el Renacimiento hasta el Medievo.








          Y este movimiento es particularmente intenso en España. Renace la zarzuela llena de motivos populares y regionales. Se estudian las costumbres populares regionales con sus danzas y músicas, cuyos aires impregnan la música culta o se recrean desde ella, hasta la aparición de las composiciones de los grandes maestros del Impresionismo o Regionalismo español. El flamenco sale de su enclave de la Baja Andalucía y periferia para “españolizarse” convirtiéndose en la música popular hispana por antonomasia y preñando con su aire la canción popular, para que nazca la copla. Canción popular aflamencada cargada de aires andaluces que arrasa en el mundo de las variedades. Es ahora -último tercio del S. XIX- cuando surge vibrante la forma paradigmática de la música popular española: el pasacalle o pasodoble. Un tipo de marcha viva para una banda que pasea (pasacalles), soldados que desfilan (marcha de paso ordinario), toreros que abren plaza (pasodoble taurino), incluso para bailar o cantar, y casi siempre con aire popular andaluz. Nos encontramos con la explosión de la música popular española sublimada por la culta y su universalización, movimiento en auge durante los cien años a caballo de los dos últimos siglos y que podemos dar desgraciadamente por finiquitado en los sesenta del Novecientos.


Continúa...




Publicado en la bitácora “Patrimonio musical” en la entrada “¿Enseñar historia de la "Música de Cristo?” del foro “La Música en los Pasos de Cristo. Música de Cristo." el 9  de Octubre de 2011 a las 23:10.

domingo, 29 de diciembre de 2013

El Sr. S. Dionisio

MARCO DE JEREZ 




*




          A pesar, lector, de ser Jerez ciudad universal por la razón que sabemos, últimamente más se nos está conociendo por la popularidad de ciertos personajes con cabeza, lo que se dice cabeza sí, pero huera.








 **




          Es la Leyenda Dorada (1264) la colección de Vida de los Santos más conocida; el libro hagiográfico más popular. Fue su autor el dominico Santiago de la Vorágine, arzobispo de Génova (Iacome de Varazze, 1230-1298).

          Refiere Fray Jacobo sobre nuestro Patrón que vivía en Atenas al sitio de Ares (el Marte griego) y dedicábase a la Filosofía. Mas bien pudiese ser que su relación con el Areópago fuese por pertenecer al famoso tribunal homónimo allí constituido. Sea como fuere, oyó predicar a Pablo de Tarso y se convirtió, llegando a ser primer Obispo de Atenas. Hombre eruditísimo, dicen que sostuvo correspondencia con S. Juan Evangelista en Patmos y que hasta asistió a la Dormición de Santa María (Regina in Coeli Assumpta). Enterado de la prisión en Roma de S. Pedro y S. Pablo, allí marchó. Posteriormente enviólo a París como Obispo el Papa S. Clemente. Dedicado a la predicación fue detenido y, sucesivamente, vejado, asado en parrilla, echado a las fieras y, por último, en vista del poco éxito, decapitado. No bien recién asestado el tajo, levantóse el Santo y cogiendo su cabeza entre las manos anduvo de esta guisa hasta el llamado Monte de los Mártires donde, enterrado, erigióse iglesia en su honor.








***




          Pues bien, aquí que nos llega nuestro Santo Patrón ofreciéndonos su santa y sapientísima testa por si alguien necesitare de un recambio. ¿Se imagina el momento tremendo de su suplicio? ¿Le diría al Prefecto: “Cacciondeum est Iustitia”?  ¿Amenazaría a sus verdugos con: “Que te pego, leche”? ¿Se despediría de sus discípulas, muy en guaperas, cantando: “Buenas noches, señora, recuerdos a su señor”? ¿Después de haber confesado que él es El Dioni de Grecia y que él quiere con toda su alma a Atenas y que él es ateniense de la cabeza (tiene arte, usted) a los pies (y yo, y yo, y yo... y nada más que hablar de mí), pero que lo entierren, por favor, en Roma (que es lo más grande del Mundo) para que terminen sus huesos en París donde vivió, serían sus últimas palabras: “Miedo, tengo miedo...”? No. Jerez tiene cabeza: la de Señor S. Dionisio.




AUREO SANZ RUIZ


Publicado en el diario “ABC. Edición de Jerez” el 12 de Octubre de 2001, Viernes.





sábado, 28 de diciembre de 2013

Las Procesiones y las Bandas de Guerra (I): Bosquejo histórico. Introducción.






          Muy Señores Míos:

          En primer lugar, expresarles mi admiración por el alto nivel en los comentarios de los navegantes en esta bitácora. En segundo, mi gratitud porque me están haciendo pasar buenísimos momentos con una de mis aficiones: las procesiones (desde la de una cofradía hasta un desfile militar) y su música (la marcha).

          Viniendo desde el apartado “¿Inadecuada vanguardia en repertorios cristíferos?” a éste de “¿Enseñar Historia en la Música de Cristo?” creo que los comentarios adolecen de una falta –corregible con el tiempo, pero falta-: juventud, y su carencia obligada de perspectiva histórica. Al pasar, gracias a Dios, de la cincuentena voy a permitirme echar mano de la memoria, para descargándola lo más que pueda de subjetividad, ilustrar la historia de la música procesional para paso de Cristo de estos casi cincuenta últimos años en Sevilla y su antiguo Reino, el que fue conquerido por Fernando III El Santo (las actuales provincias de Sevilla, Cádiz, Huelva y un poquito de las de Málaga y Badajoz): Andalucía La Baja.

          Para empezar y centrándome: si hay algo que me guste igual o más que ver un paso de palio con una buena marcha sonando, es un paso con una de las tantas portentosas imágenes cristíferas –y las secundarias, si es de misterio- de nuestra tierra acompañado por toques de cornetas y tambores. Y mira que un buen paso de Cristo en silencio, con “pitos”, coro o banda completa (ay, aquella recogida de ensueño con las Siete Palabras en 2004) está maravilloso, pero es que las cornetas y los tambores tienen algo de marcial, solemne y trágico que los hace incomparables para servir de fondo a los Misterios de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, y esa mezcla de dolor, sangre y tormento, Amor y Amarguras, odios, tribunales, soldadesca, sayones, pretores y pontífices, turbas, sollozos y condenas.








          ¿Y desde cuándo cornetas y tambores? Desde casi los comienzos de las procesiones penitenciales actuales, en el comedio del Quinientos, nos encontramos con la mención a trompetas dolorosas (“que tocan dolor”) que con sus tristes sones servían además para coordinar la marcha y paradas del desfile. De ellas derivarían las actuales bocinas y como fósil nos queda la trompeta del Mayor Dolor de Jerez. Por lo menos desde el S. XVII sabemos que en Semana Santa a algunas cofradías las acompañaban capillas de ministriles y voces (las actuales capillas musicales serían una reliquia). Ya en el S. XVIII tenemos constancia de la presencia de representaciones de unidades militares en los desfiles procesionales de la Semana Mayor, y hay que suponer irían acompañadas de la música marcial de la época: pífanos y tambores. En la Caballería coetánea se utilizaban ya trompetas (denominación en la época para clarines y cornetas) pero no tenemos constancia de que asistieran a las procesiones.








          A todo esto, también casi desde el principio pero, sobre todo, a partir del Seiscientos en pleno Barroco, aparecen grupos de armaos a la romana que van con muchas cofradías. ¿Se acompañarían con los instrumentos militares de la época como remedo de las tropas que representaban?








          Al comienzo del Ochocientos y con el Romanticismo aparecen las que denominamos Bandas completas, militares y civiles –municipales, de instituciones como hospicios, etc.- cada vez con más instrumentos. Las militares utilizan una sección de cornetas y tambores que era la que interpretaba música en la instrucción y vida cuartelera, así como en las operaciones militares. Esta diferencia se ha mantenido hasta hace bien poco: las bandas completas civiles no llevaban cornetas (instrumento de la milicia y adecuado para sus misiones y cometidos marciales). En las militares se denomina Banda a la sección de cornetas y tambores (incluso Banda de Guerra) y Música al resto, no siendo infrecuentes las ocasiones en que actuaban por separado. También ahora aparecen las bandas montadas, que en España casi han sido exclusivas para el clarín y el timbal. Pues bien, estas bandas asisten a los desfiles procesionales rindiendo honores a las imágenes y acompañando a las autoridades civiles o militares de representación.


Continúa...





Publicado en la bitácora “Patrimonio musical” en la entrada “¿Enseñar historia de la "Música de Cristo?” del foro “La Música en los Pasos de Cristo. Música de Cristo." el 4 de Septiembre de 2011 a las 20:43.

http://www.patrimoniomusical.com/foro/viewtopic.php?t=2793 







          Conmemoración de la Matanza de los Santos Inocentes en Belén por orden del Rey Herodes El  Grande y de la Huida a Egipto de Nuestro Señor Jesucristo en brazos de Santa María, Nuestra Señora, conducidos por el Glorioso Patriarca Bendito Señor San José, Padre Nutricio y Putativo de Dios Niño. También San Juanito hubo de huir acompañado de Santa Isabel, Prima de la Santísima Virgen María, mientras San Zacarías, su padre, permanecía como sacerdote del Templo jerosolimitano para no levantar sospecha como es de suponer. Es una tradición piadosa el cuadro de ambos, El Niño Jesús y el futuro Bautista, su Primo Mayor, jugando a orillas del Nilo custodiados por sus Santas Madres.