martes, 12 de agosto de 2014

Panis Svdoribvs.


Olevm infirmorvm. Chrisma medicorvm (erit omnis divisa in partes dos).




          A propósito de ganar el pan con el sudor de tu frente, sanitaria en este caso.


          Nunca debieron los médicos haber permitido dejar de ser, como naturalmente lo son, profesionales liberales, absortos como estaban muchos en medio de los cantos de sirena del mesianismo social que prometía una sociedad feliz después de haber acabado con todas sus injusticias y todos sus problemas –los del individuo ya son harina de otro costal- mediante la igualdad impuesta o igualitarismo; imbuidos como siguen estando tantos galenos por el pensamiento “Alicia” del buenismo más infantiloide; acomodados, en fin, mayoritariamente también a la cobarde “dame pan y dime tonto” y a la irresponsable “y que salga el sol por Antequera”, siniestras consignas para acallar los gritos de las conciencias de los remordimientos por la mala praxis o para sestear muellemente en la falta de competitividad y control por el paciente que proporciona este siniestro sistema estatalizador que hace al médico un mero empleado público a sueldo. Habiéndoles hecho pensar -y como han llegado a creer gran número de ellos- en la ilicitud de ganar honradamente el sustento con su profesión, incluso tener una vida acomodada económicamente digna de su posición intelectual y profesional, de arte y de praxis tan complicadas y de tanta responsabilidad, por haber seguido acomplejada y acríticamente las consignas del marxismo, que en su materialista ceguera de la suma cero –uno tiene porque a otro se lo quita- donde siempre se es explotador o explotado, dejaba al médico como un simple aprovechado de la enfermedad de los pacientes y la desgracia de los seres humanos, cuestionando honorarios.

          Es urgente renunciar a la función y al empleo público. El médico es un profesional liberal, colegiado voluntariamente, su profesión debe estar controlada por los propios colegas, y su arte y su praxis por los propios pacientes directamente, es decir, mediante el pago de honorarios profesionales, bien en metálico –y que luego que devuelva el Fisco- bien mediante talón de compañía de seguros privada o de la sanidad estatal.

          Es el paciente el que debe controlar la actividad del médico -como la del tendero de la esquina o la de unos grandes almacenes-, mediante el pago directo de honorarios por la prestación de un servicio, por el intercambio de servicios por mutuo interés y acuerdo. Y viceversa: el médico podría controlar a su clientela, quedando inactivados los motivos de descontento que crea la imposición de un determinado médico o de un paciente en particular.

          La famosa Sanidad estatal de Alemania tan cacareada por tanto "socialdemócrata" o "democratacristiano" de alma intervencionista -heredera del conservadurismo paternalista del final del Ochocientos- así funciona: seguro de salud, privado –aunque muy intervenido estatalmente, sí- y obligatorio. De momento, el contribuyente alemán se quita de encima la pesada y onerosa carga de la despilfarradora gestión estatal de centros y personal sanitaros. Austria y Suiza: también, seguro obligatorio privado. Francia, otro ejemplo: el Estado te da una concesión para abrir consulta de medicina o enfermería en atención primaria –como una farmacia en España- con lo cual el ciudadano francés no tiene por qué hacerse cargo del dispendio y el derroche de mantener ambulatorios y consultorios. Y así otros mil ejemplos más de Sanidad estatal que no pública, como torticeramente se intenta que la llamemos: un consultorio privado es público y necesita de licencias para abrir y desarrollar su actividad; el salón de mi casa, no, porque sí, ese sí que es privado. Ejemplos de otros países occidentales mucho más racionales y menos gravosos, pero sobre los cuales nos han secuestrado la información en estos tenebrosos años de socialismo de todos los partidos –pero unos más que otros- y manipulación de la opinión pública por unos medios de comunicación repugnantes sicarios del statv qvo sobre la quiebra del sistema de libertades de 1978. En relación a las patrañas que se han vertido de la Sanidad en USA es para escribir un capítulo aparte, y el que se las haya creído es que es totalmente bobo o realmente una mente miserable porque apestan a trola de lejos: el país –el primero del mundo en nacer como una democracia; el único, con el Reino Unido, que no ha sufrido bandazos o veleidades liberticidas a la “europea” del pasado siglo: socialismo versiones a lo bestia, bien comunista bien nazionalista, o versiones del buen rollito tipo Estado del bienestar o, más exactamente, bienestar del Estado-, país, decimos, donde más se subsidia, la sociedad más subsidiadora, entre paréntesis porque son o eran ricos, con una gente (people) de lo más solidaria pues para eso fueron de frontera y colonización que imprime carácter, y te cuentan que la gente se muere en la calle. Es para mondarse de risa. Cómo manipulan al personal los progresiacos. La Sanidad norteamericana es en gran medida pública, aunque coexiste sin “problemas” con la privada, bastante ineficiente y totalmente ruinosa, por otra parte –como todo lo “público" o estatal- y más que será con las medidas que pretenden tomar esos lobos intervencionistas con piel de corderos en que han devenido los que se denominan “demócratas” o, entre ellos, “liberals”, que es para seguir mondándose por no llorar. Mucho nos queda a los “libertarians” por promocionar los Derechos del  individuo y preservar la, ay, frágil pero hermosísima Libertad.




Por una sanidad lucrativa. (2012). Privatización. Juan Ramón Rallo. Libertad Digital. 5-12-2012.



          “De cajón, pero no apto para un país de merluzos con el encéfalo triturado por el marxismo, el sentimentalismo a flor de piel, un buenismo hipócrita y comodón, unos chorritos, en fin, de la peor Doctrina Social de la Iglesia perivaticanista. Pero no hay otro camino.” 




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