viernes, 7 de noviembre de 2014

Sanguinear por qué herida.

Más sobre una dicotomización estética acelerada: cofradiera vs cofrade.








          A propósito de los comentarios –auténticos de pollos sin cabeza últimamente- vertidos en Pasión en Sevilla a raíz de una noticia (16-4-2012) sobre el andar del paso de la Sentencia de Nuestro Señor Jesucristo llevando al martillo a Ernesto Sanguino, como segundo, tras la retirada de Miguel Loreto y el nombramiento como capataz de la Cofradía de La Macarena de Antonio Santiago. Y, más que nada, sobre lo que los comentarios reflejan: una dicotomía semanasantera ya quisiéramos que entre lo apolíneo y lo dionisiaco. ¡Ojalá! Entre lo clásico o cofradiero de toda la vida de Dios (tildado de "rancio" con todas las de Caín, en este caso casi tan Pálido como el de La Madrugá, por unos cuantos grassiosos y tontainas descapirotados con la gracia donde yo me sé y un resentimiento larvado que se empeña en aflorar una y otra vez) y lo “cofrade” con variantes diversas si bien mixtificadas hacia lo cani; lo miarma; lo algodonoso o vaporífero cuasi etéreo; lo butterfly; lo abiertamente de locazas ora urbanas ora rurales o villanas; lo “estilo sevillano” o “de Triana” de siempre; lo de “capa-cola” tan sin matices ("¡Pa´qué! Qué complica’o ereh, quillo.") como lo de “Semana Santa-Feria”; lo gracioso en personajes con malage o, vulgarmente, lo grassioso; lo insustancial trascendentalizado o tenebrismo cofrade; lo antropológico-universitario morenesco y cuatrocientas cinco explicaciones para cada cosa y a cada cual más descabellada; lo trascendente banalizado; lo pregoneril y ripioso; lo comprometido con la hermandad; lo falsario; lo triste; lo meapila; lo santurrón; lo socialcristiano y el “con la cantidad de gente que pasa hambre (pero yo Mariquita La Primera que me apunto a una procesión)”; lo “agnóstico” (pero “me-apunto-a-un-bombardeo-y-si-es-por-Semana-Santa-mejor”); en fin, hasta lo contestatario que emerge actualmente hacia las cofradías y las molestias ocasionadas por las procesiones (¡Vamos, por los cojines a alguien se le iba a ocurrir protestar por los Carnavales en Río o Venecia, que lo breaban a palos!).













          Nuestra opinión:


          “Lo he visto desde Bécquer a la Cruz Verde al ladito, de un tirón. Aquí, de salida, siempre a ritmo vivo para cumplir horarios; este año por las inclemencias del tiempo, más. Tocado por la Gracia –así corresponde a la Cofradía, paradigma de la de Sevilla- como todas las Semana Santa, pero con muchísima más elegancia, mucha más. Con sus costero a costero –y eso que había prisa- con sus pasitos atrás –ay, pa’lante, siempre pa’lante con los pasos- antes de arriar. Pero sin abusar. Y con mucho mando, como requiere sacar un paso en Sevilla y como agradece la gente de abajo al final.  Si al terminar estaban contentos de cómo los habían dejado trabajar, pues miel sobre hojuelas.

          El andar del paso de la Sentencia se estaba haciendo chabacano a ojos vista –y mira que es difícil atentar artísticamente contra esta Cofradía, paradigma unánimemente reconocido, volvemos a repetir, de la Gracia de Sevilla- año tras año y se requería una vuelta a los patrones clásicos de la elegancia y la medida que siempre impregnaron los modos de nuestras cofradías, y que hoy se han empeñado en ir tirando despacito e irremisiblemente por la borda –quizás de un costero a costero un “poquito” exagera’o-. Y se ha hecho de la forma sutil y elegante que esperábamos todos.
           
          El caso, miren Vds. es que hay ciertas cosas de las que abominamos, más que nada por que nos amargan estéticamente. Es que hemos visto sacar los pasos por profesionales –qué le vamos hacer, alguna ventaja tendría que tener cumplir años- y a las primeras cuadrillas de aficionados; y hemos visto mandar a los últimos clásicos de terno negro. Y al Señor de la Sentencia lo vimos. Y a su Madre, también. Y los costero a costero como que ¡psss! Y la cofradía de San Gil es lo que es. Y no es cabriolas de pureza equina; ni estupideces andantes de auténtica pena con un Reo suplicante; ni caminares extravagantes y pastosos como una masa de alimento básico; ni charangas para acompañamiento de ósculos traidores; ni soberanías del poder canijo; ni misteriosas músicas étnicas para plantarse en carrera con las claras del día; ni muchas chabacanerías. Ni la banda de cornetas y tambores –hasta ayer por la tarde, la única- de los Armaos es engendros musicales que como peleas de gatos tocan detrás de un Cristo que expira; ni rearmonizaciones –como las llaman- de marchas clásicas con unos bajos a modo de mugidos de una piara de becerros, en un claro caso se asesinato artístico; ni ninguna otra bajunería de las imperantes entre paquirrines, heliófilos o cármenes merimerianos ataviados de camareros bulliciosos. Porque, sí, la Semana Santa de Sevilla sufre un proceso de degradación artística que como mancha de petróleo la va cubriendo y que es fiel reflejo de la chabacanería social rampante que padecemos.

          En cuanto a los andares del palio, sólo nos remitimos a la última vuelta –ay, los nuevos neólogos de la revirá- en la Cruz Verde con “Rocío” o la culminación de la elegancia y la Gracia. Por no hablar de la inefable de 2009 con “Campanilleros” que es lo máximo que han contemplado nuestros ojos en Semana Santa. Lo de la deriva desde hace años del palio de la dolorosa que mira a tu izquierda mientras le hablan es vox popvli; solamente había que poner oído a lo que se comentaba alrededor mismo del paso esta última salida. Con mucho, desgraciadamente, lo que peor anda. Y no sé dónde está la gracia ni la Gracia. De nada.” 








          Y que el Santo patrono del día bendiga ambos martillos y los que hagan falta, aunque fueren martillazos,





Sanctvs Ernestvs, Ora Pro Nobis. 


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