miércoles, 16 de abril de 2014

TARJA COFRADIERA. V. LAS VIRGENES: PER ME REGES REGNANT.









          Ave Maria, lector, Beata Virgo, Regina Angelorvm, con los ecos todavía revoloteando de toques –cornetas y tambores–, perdidos como hemos estado en el Dédalo de calles, memorias y emoción, sin rumbo, arrastrados por los sentidos –tras el hilo de un guardabrisas, al rescate de nuestra Mariadna (Sine Labe Originale Concepta), por Minotauro la bulla–. Hoy, Miércoles Santo, día de tantos dolores y amargura –que el cuerpo parece que ya no tira (siempre lo mismo) sabiendo que mañana (otra vez más) incólumes estaremos–, me dispongo a tallar la quinta tarja.


          Relieve mariano y gótico, porque en el centro voy a colocar al responsable de todo esto, ca paresçeme que bien era mu'd'aquí. Y pongo, como en la viñeta de una Cantiga, amarilleando el pergamino –castillos, leones, águilas explayadas– al mui ondrado esforçado e poderosso Rey D. Alphons cognomen El Sabio Decimo de los deste nome Nuestro Sennor que conquisso Xerez a la morisma e en buena lid gela ganno. Que ya Sancta Maria lo despertó en Sevilla de la siesta (mu'd'aquí) cuando cercado estaba el Alcázar de Jerez. Don Alonso, devotísimo de Nuestra Señora, como su padre San Fernando, nos sembró de imágenes la tierra: negras o blancas –juego de las Tablas– y góticas. Pero repare, lector, en un tipo muy definido, nuevo, que se me antoja suyo, alfonsí, diríamos: Reyes, tríplex con Santa Ana en la parroquial trianera, Rocinas (o Rocío) y, lo sospecho, Merced, la Patronita. Quitemos afeites, retoques posteriores: tamaño natural, facciones alargadas, pómulos lisos, boca pequeña de comisuras casi sonrientes, hieratismo, de vestir. O sea, si no para procesionar sí para sentirlas, sentadas o de pié, humanas, cercanas, como una más de la familia, tan reales (en la Capilla Real hispalense, flanqueaban a la Virgen los maniquíes de D. Fernando y Dña. Beatriz de Suabia, sus padres, y el del propio D. Alfonso). Resumiendo, esto de Virgen tan de carne y hueso, divinamente humana, tanto palio y tanta flor me huele a Rey Sabio, y mucho (que me lo imagino disfrutandito en una bulla con "Virgen de las Aguas", del Salvador, por supuesto). Nunca se escribió Cantiga ni Loor a Sancta Maria que un paso de palio y todo nuestro fervor, hasta derramar sangre si preciso fuere. Y así lo hace Jerez.


          Simulacros marianos, lector, transidos del dolor y la belleza. Portentosa serie antigua de imágenes feas, hermosamente majestuosas: Remedios, Dolores, Amargura, Mayor Dolor, Piedad. Sobrecogedor grupo, llamaríamos, intermedio: Desconsuelo, Desamparo, Confortación, Esperanza de San Francisco, Esperanza de la Yedra (que quiero atribuirla a Hita), Valle, Traspaso, Soledad. Las de Gloria vestidas, como antaño, de dolor: Paz y Socorro. Las niñas astorguianas: Paz en su Mayor Aflicción y Loreto. El esplendor juvenil: Estrella y Misericordia.


          Tanto dolor y belleza no podía cobijarlo sino un palio –símbolo de realeza; reservado a Su Divina Majestad– que lo fue Ella misma durante –Oh– su expectación. Y arropada de plata, ricos paños, cera y flores paseamos a la Madre de Dios en los pasos de palio (dicen que perfección y armonía sumas) que se caracterizan y distinguen precisamente por el palio propiamente dicho. Hora es de evocar los nuestros (dignos de cruzar la Campana; retornar directa o figuradamente, que allí nos dieron el molde). El trío antiguo –tan traído como poco llevado–: Piedad (gruesos roleos, filetes mixtilíneos finiseculares: lo más exquisito); Mayor Dolor (juanmanuelino, arcaizante; el manto, aún más); Desconsuelo (últimos acantos todavía con regusto decimonónico de Juan Manuel; tan fabuloso como preñado de leyendas de imposibles rescates). Una recreación: Encarnación (del ojediano de la Hiniesta, que ya no conserva la forma de cajón). Dos derivaciones del canon macareno: Desamparo (Caro, a través de la Caridad del Baratillo) y Esperanza de la Yedra (versión original). Tres muy hispalensemente inspirados: Paz de la Coronación, Esperanza y Valle. Otros, originalísimos, más distantes: Soledad, Traspaso, Confortación. Muy jerezanos: Paz, Dolores, Amargura.


          Y de nuevo, lector, contemple el aliño y primor con que los sacamos; la sutileza en el detalle, la nota distintiva o de distinción. ¿Ha comprobado cómo determinadas imágenes –por aparentar más edad, dolor, amargura o soledad– no llevan flores rizadas? ¿Quién fue el estulto que asoció: palio de cajón sin velas rizadas; con ellas, todos los demás? ¿Ha reparado en el tamaño medido de las piñas –perfecta elipse u ova– de entrevaral, compactas, tersas? ¿Y en esas esquinas despejadas y los frisos de un clavel, dejando ver plata? ¿Y en el clasicismo del clavel, siendo tan extenso y florido el Reino Vegetal? ¿Y en ese que todo, casi milagrosamente, vaya bien colocado? ¿Se imagina una gloria al revés, con la tiara pontificia pa’trás, mirando pa’ Coria?


          ¿Y esa mesura en los aditamentos, que por fin pasaron las modas de enjoyamientos –ay, camareras de rumbo y apellido– y fajines de por lo menos mariscal de campo? ¿A que no se figura una Dolorosa con tres vueltas de perlas al cuello o con pendientes de coral, como la que va a una recepción –militar, por supuesto– o a zapatear en un tablao? ¿Y la belleza de los mantos caídos, sin recoger, en las más clásicas? ¿Y en ese sentido de la medida con que transformamos la espada de dolor en rico puñal, que una imagen con el estoque tendido, y más si va de colora’o, nos recordaría una brocheta de solomillo de caérsete las lágrimas?


          ¿Y esa selección de marchas, cada cofradía adecuándola a su estilo? ¿Se imagina a la Piedad, la Soledad, el Mayor Dolor o la Amargura, pongo por casos, con "Rocío" o "Los Campanilleros"?


          Teniendo estos palios sublimes, ¿quién se atrevería a sacar a Nuestra Santísima Madre en parihuelas? ¿Sería como tener un Montero y llevarla al cortijo en un Cuatrolatas? En verdad os digo que en esta tierra se ama a la Virgen. También que hay cariños que matan. [1]




                                                                                                          AUREO SANZ RUIZ


Publicado en el diario “ABC. Edición de Jerez” el 11 de Abril de 2001, Miércoles Santo.








NOTAS (Para lectores sevillanos poco hispalizados con escasos conocimientos béticos)


[1] De manos de una Compañía periconciliar que estaba echando a patadas su carisma ignaciano para, con los cantos de sirenas de hacer “Justicia” en reinos de este mundo, echarse en brazos del marxismo, pero conservando todo la soberbia jesuítica -¿Habrá algo más soberbio, por la parte buena y justificable, que la intelectualidad loyoliana o la pretendida superioridad de pensamiento y moral de un progresiaco socialista, por la parte pedestre y liberticida del materialismo y positivismo marxistas?- hubo unos intentos de enmendarle la plana a la religiosidad popular de esta Andalucía La Baja, sus tradiciones y la forma de celebrar la Semana Santa nuestras cofradías, en concreto las formas y usos del culto sagrado en sus procesiones durante las anuales estaciones de penitencia. Lo que supuso un fracaso en el caso de Los Javieres en Sevilla –hoy felizmente convertida a los usos de toda la vida de Dios en Omnivm Sanctorvm-, triunfó en Jerez. Parte del “establishment bien” de la ciudad quedó subyugado ante la idea de sacar a una imagen de la Santísima Virgen en parihuelas –y no en uno de esos pasos de palio llenos de telas, luces y dorados, propios de las coordenadas estéticas del populacho y de la mente calenturienta y catetona de los capillitas, ayunos ambos de cualquier sentimiento elevado ante la Belleza y la Verdad que encierra, etc. etc.- y ante argumentos tan chuscos como que aquello representaba el ascetismo castellano –y no que Castilla se había quedado en cuadros tras la experiencia Imperial y no había dinero ni para sacar un paso con el mínimo decoro, amén de la decadencia estética castellana, en particular, y del Arte Católico, en general, durante el Diecinueve- o, también, que así es como iba realmente la Madre de Dios camino del Calvario –como si alguna representación nos hubiera quedado, y no fuera fruto todo de la más piadosa y amorosa piedad popular sublimada por el Arte de los más altos quilates- se perpetró tal acto en forma de procesión que aún dura. Algo tan inconcebible como si la gente que usa lujosos vehículos todoterreno para trasladarse a sus propiedades rústicas utilizara empero un motocarro para llevar a su santa madre en tan proceloso cuan incómodo camino. 




Nuestra Señora de los Remedios


María Santísima de los Dolores


María Santísima de la Amargura


Nuestra Señora del Mayor Dolor


Nuestra Señora de la Piedad


María Santísima del Desconsuelo


María Santísima del Desamparo


María Ssantísima de la Confortación


María Santísima de la Esperanza


Nuestra Señora de la Esperanza


María Santísima del Valle


Nuestra Madre y Señora del Traspaso


Nuestra Madre y Señora de la Soledad


Santa María de la Paz


Nuestra Señora del Socorro


María Santísima de la Paz en su Mayor Aflicción


Nuestra Señora del Loreto en su Soledad


Nuestra Señora de la Estrella


Madre de Dios de la Misericordia


Pa' la Mama y pa'l Papa. ¿Una de magia o demagogia? ¿Corazonada o Traspaso? Con todo respeto a Vuestra Santidad pero debería ir en Mercedes, como la Patronita de Jerez.





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