Ave Maria, lector, Beata Virgo,
Regina Angelorvm, con los ecos todavía revoloteando de toques –cornetas y
tambores–, perdidos como hemos estado en el Dédalo de calles, memorias y
emoción, sin rumbo, arrastrados por los sentidos –tras el hilo de un
guardabrisas, al rescate de nuestra Mariadna (Sine Labe Originale Concepta),
por Minotauro la bulla–. Hoy, Miércoles Santo, día de tantos dolores y amargura
–que el cuerpo parece que ya no tira (siempre lo mismo) sabiendo que mañana
(otra vez más) incólumes estaremos–, me dispongo a tallar la quinta tarja.
Relieve mariano y gótico, porque en
el centro voy a colocar al responsable de todo esto, ca paresçeme que bien era
mu'd'aquí. Y pongo, como en la viñeta de una Cantiga, amarilleando el pergamino
–castillos, leones, águilas explayadas– al mui ondrado esforçado e poderosso
Rey D. Alphons cognomen El Sabio Decimo de los deste nome Nuestro Sennor que
conquisso Xerez a la morisma e en buena lid gela ganno. Que ya Sancta Maria lo
despertó en Sevilla de la siesta (mu'd'aquí) cuando cercado estaba el Alcázar
de Jerez. Don Alonso, devotísimo de Nuestra Señora, como su padre San Fernando,
nos sembró de imágenes la tierra: negras o blancas –juego de las Tablas– y
góticas. Pero repare, lector, en un tipo muy definido, nuevo, que se me antoja
suyo, alfonsí, diríamos: Reyes, tríplex con Santa Ana en la parroquial
trianera, Rocinas (o Rocío) y, lo sospecho, Merced, la Patronita. Quitemos
afeites, retoques posteriores: tamaño natural, facciones alargadas, pómulos
lisos, boca pequeña de comisuras casi sonrientes, hieratismo, de vestir. O sea,
si no para procesionar sí para sentirlas, sentadas o de pié, humanas, cercanas,
como una más de la familia, tan reales (en la Capilla Real hispalense,
flanqueaban a la Virgen los maniquíes de D. Fernando y Dña. Beatriz de Suabia,
sus padres, y el del propio D. Alfonso). Resumiendo, esto de Virgen tan de
carne y hueso, divinamente humana, tanto palio y tanta flor me huele a Rey
Sabio, y mucho (que me lo imagino disfrutandito en una bulla con "Virgen
de las Aguas", del Salvador, por supuesto). Nunca se escribió Cantiga ni
Loor a Sancta Maria que un paso de palio y todo nuestro fervor, hasta derramar
sangre si preciso fuere. Y así lo hace Jerez.
Simulacros marianos, lector,
transidos del dolor y la belleza. Portentosa serie antigua de imágenes feas,
hermosamente majestuosas: Remedios, Dolores, Amargura, Mayor Dolor, Piedad.
Sobrecogedor grupo, llamaríamos, intermedio: Desconsuelo, Desamparo,
Confortación, Esperanza de San Francisco, Esperanza de la Yedra (que quiero
atribuirla a Hita), Valle, Traspaso, Soledad. Las de Gloria vestidas, como
antaño, de dolor: Paz y Socorro. Las niñas astorguianas: Paz en su Mayor
Aflicción y Loreto. El esplendor juvenil: Estrella y Misericordia.
Tanto dolor y belleza no podía
cobijarlo sino un palio –símbolo de realeza; reservado a Su Divina Majestad–
que lo fue Ella misma durante –Oh– su expectación. Y arropada de plata, ricos
paños, cera y flores paseamos a la Madre de Dios en los pasos de palio (dicen
que perfección y armonía sumas) que se caracterizan y distinguen precisamente
por el palio propiamente dicho. Hora es de evocar los nuestros (dignos de
cruzar la Campana; retornar directa o figuradamente, que allí nos dieron el
molde). El trío antiguo –tan traído como poco llevado–: Piedad (gruesos roleos,
filetes mixtilíneos finiseculares: lo más exquisito); Mayor Dolor
(juanmanuelino, arcaizante; el manto, aún más); Desconsuelo (últimos acantos
todavía con regusto decimonónico de Juan Manuel; tan fabuloso como preñado de
leyendas de imposibles rescates). Una recreación: Encarnación (del ojediano de
la Hiniesta, que ya no conserva la forma de cajón). Dos derivaciones del canon
macareno: Desamparo (Caro, a través de la Caridad del Baratillo) y Esperanza de
la Yedra (versión original). Tres muy hispalensemente inspirados: Paz de la
Coronación, Esperanza y Valle. Otros, originalísimos, más distantes: Soledad,
Traspaso, Confortación. Muy jerezanos: Paz, Dolores, Amargura.
Y de nuevo, lector, contemple el
aliño y primor con que los sacamos; la sutileza en el detalle, la nota
distintiva o de distinción. ¿Ha comprobado cómo determinadas imágenes –por
aparentar más edad, dolor, amargura o soledad– no llevan flores rizadas? ¿Quién
fue el estulto que asoció: palio de cajón sin velas rizadas; con ellas, todos
los demás? ¿Ha reparado en el tamaño medido de las piñas –perfecta elipse u
ova– de entrevaral, compactas, tersas? ¿Y en esas esquinas despejadas y los
frisos de un clavel, dejando ver plata? ¿Y en el clasicismo del clavel, siendo
tan extenso y florido el Reino Vegetal? ¿Y en ese que todo, casi
milagrosamente, vaya bien colocado? ¿Se imagina una gloria al revés, con la
tiara pontificia pa’trás, mirando pa’ Coria?
¿Y esa mesura en los aditamentos, que
por fin pasaron las modas de enjoyamientos –ay, camareras de rumbo y apellido–
y fajines de por lo menos mariscal de campo? ¿A que no se figura una Dolorosa
con tres vueltas de perlas al cuello o con pendientes de coral, como la que va
a una recepción –militar, por supuesto– o a zapatear en un tablao? ¿Y la
belleza de los mantos caídos, sin recoger, en las más clásicas? ¿Y en ese
sentido de la medida con que transformamos la espada de dolor en rico puñal,
que una imagen con el estoque tendido, y más si va de colora’o, nos recordaría
una brocheta de solomillo de caérsete las lágrimas?
¿Y esa selección de marchas, cada
cofradía adecuándola a su estilo? ¿Se imagina a la Piedad, la Soledad, el Mayor
Dolor o la Amargura, pongo por casos, con "Rocío" o "Los
Campanilleros"?
Teniendo estos palios sublimes,
¿quién se atrevería a sacar a Nuestra Santísima Madre en parihuelas? ¿Sería
como tener un Montero y llevarla al cortijo en un Cuatrolatas? En verdad os
digo que en esta tierra se ama a la Virgen. También que hay cariños que matan. [1]
AUREO
SANZ RUIZ
Publicado en el diario “ABC.
Edición de Jerez” el 11 de Abril de 2001, Miércoles Santo.
NOTAS (Para lectores sevillanos
poco hispalizados con escasos conocimientos béticos)
[1] De manos de una Compañía
periconciliar que estaba echando a patadas su carisma ignaciano para, con los
cantos de sirenas de hacer “Justicia” en reinos de este mundo, echarse en
brazos del marxismo, pero conservando todo la soberbia jesuítica -¿Habrá algo
más soberbio, por la parte buena y justificable, que la intelectualidad
loyoliana o la pretendida superioridad de pensamiento y moral de un progresiaco
socialista, por la parte pedestre y liberticida del materialismo y positivismo
marxistas?- hubo unos intentos de enmendarle la plana a la religiosidad popular
de esta Andalucía La Baja, sus tradiciones y la forma de celebrar la Semana Santa
nuestras cofradías, en concreto las formas y usos del culto sagrado en sus
procesiones durante las anuales estaciones de penitencia. Lo que supuso un
fracaso en el caso de Los Javieres en Sevilla –hoy felizmente convertida a los
usos de toda la vida de Dios en Omnivm Sanctorvm-, triunfó en Jerez. Parte del “establishment
bien” de la ciudad quedó subyugado ante la idea de sacar a una imagen de la
Santísima Virgen en parihuelas –y no en uno de esos pasos de palio llenos de
telas, luces y dorados, propios de las coordenadas estéticas del populacho y de
la mente calenturienta y catetona de los capillitas, ayunos ambos de cualquier
sentimiento elevado ante la Belleza y la Verdad que encierra, etc. etc.- y ante
argumentos tan chuscos como que aquello representaba el ascetismo castellano –y
no que Castilla se había quedado en cuadros tras la experiencia Imperial y no
había dinero ni para sacar un paso con el mínimo decoro, amén de la decadencia
estética castellana, en particular, y del Arte Católico, en general, durante el
Diecinueve- o, también, que así es como iba realmente la Madre de Dios camino
del Calvario –como si alguna representación nos hubiera quedado, y no fuera
fruto todo de la más piadosa y amorosa piedad popular sublimada por el Arte de
los más altos quilates- se perpetró tal acto en forma de procesión que aún
dura. Algo tan inconcebible como si la gente que usa lujosos vehículos
todoterreno para trasladarse a sus propiedades rústicas utilizara empero un
motocarro para llevar a su santa madre en tan proceloso cuan incómodo camino.
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Nuestra Señora de los Remedios |
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María Santísima de los Dolores |
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María Santísima de la Amargura |
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Nuestra Señora del Mayor Dolor |
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Nuestra Señora de la Piedad |
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María Santísima del Desconsuelo |
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María Santísima del Desamparo |
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María Ssantísima de la Confortación |
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María Santísima de la Esperanza |
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Nuestra Señora de la Esperanza |
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María Santísima del Valle |
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Nuestra Madre y Señora del Traspaso |
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Nuestra Madre y Señora de la Soledad |
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Santa María de la Paz |
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Nuestra Señora del Socorro |
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María Santísima de la Paz en su Mayor Aflicción |
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Nuestra Señora del Loreto en su Soledad |
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Nuestra Señora de la Estrella |
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Madre de Dios de la Misericordia |
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Pa' la Mama y pa'l Papa. ¿Una de magia o demagogia? ¿Corazonada o Traspaso? Con todo respeto a Vuestra Santidad pero debería ir en Mercedes, como la Patronita de Jerez.
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