La Historia de la Heria y la
Feria de Xerez.
Un saludo, lector. ¿Qué tal ese
alumbrado? La cabeza un poco pesona ¿no? No nos preocupemos que ya se nos irá
haciendo el cuerpo hasta que cojamos el seguí’o y no nos echen ni a cañonazos
del Recinto. El Real por mejor decir. El Real de la heria o feria: como el
campamento con sus tiendas de un Rey que viniese a conquerir la Ciudad y
asentar sus reales. La feria o heria como mercado extraordinario por el
privilegio rodado de algún monarca que hiciera mercedes, repartimientos entre
caballeros de conquista, otorgando Fueros ciudadanos y Cartas puebla,
concediendo franquezas de pechos (como si quitara Jereyssa y pagasen sólo los
tíos que lo gastan o meten la cuchara en la perola del rancho de los
jerezanos):
"Conoszuda cosa sea a todos los
ommes que esta Carta vieren cuemo yo Don Alphons por la Graçia de Dios Rei de
Castiella e de Leon... e de Seviella... con grand favor que he de fazer bien e
merçed... a todo el pueblo de la Çibdat de Seviella... e de levarlos adelante e
por el mucho serviçio e ondra que fizieron al mui noble e mui alto Rei Don
Fernando mio padre que iaçe i soterrado e por el serviçio que a mi fizieron e
por mi que fui i Rey e resçibi Caballeria doles e otorgoles pora siempre que
fagan dos ferias... E mando que todos aquellos que vinieren a estas ferias de
mio Sennorio... christianos e moros e iudios que vengan salvos por mar e por
tierra... E mando e defiendo que ninguno sea osado de los contrallar nin de les
fazer fuerça nin tuerto nin mal ninguno a ellos nin a sus cosas..."
(1254). (E por mandar mando que ninguno sea osado de tocar el mio Templete del
Real de la Feria de Xerez so pena de la su cabeça gela cortar).
Y de nuevo tenemos, lector, a D.
Alfonso Décimo (el Rey Nuestro Señor) sembrándonos la tierra: esta vez de
ferias. Mercados en días señalados que solían hacerse en los eriales de los
ejidos de las ciudades de nuestro Reino. Ya sé el reparo que me va a poner: que
las actuales ferias no tienen nada que ver con éstas alfonsíes; que la conexión
que le expongo no tiene ninguna base histórica. Es cierto. Pero a mí me gusta
pensar en estos antecedentes remotos, protohistóricos, si se me permite.
Que yo me imagino al Rey Sabio
paseando por su, nuestro Real, de corto y con sombrero de alancha –la cinta
dorada en señal de realeza– y en la concha de la montura leones y castillos
claveteados y en la manta el hierro de águilas sacroimperiales de los
Hohenstaufen (por su madre Dña. Beatriz de Suabia) y colgando del calzón
caireles con leones pasantes (por su bisabuela Dña. Leonor Plantagenet, hermana
de Corazón de León) y alas desplegadas (por su abuela materna, Dña. Irene
Angelo, hija del Emperador de Bizancio). Nunca tan cumplido caballista paseó
por el Real.
Y encima justo del sitio donde hubo
un Templete, en el azul celeste, turbio por el dorado albero en suspensión,
surgió un rompimiento de Gloria apareciendo, como cuatro apocalípticos jinetes:
S. Fernando (su padre), S. Jorge (patrón de la Caballería), S. Isidoro (como en
Las Navas de Tolosa) y Santiago Matamoros (aunque sea políticamente incorrecto)
–qué caballistas– a tomar cumplida venganza por tanta afrenta conferida. Yo no
me lo pierdo. Me voy pa'l Real.
AUREO SANZ RUIZ
Publicado en el diario “ABC. Edición
de Jerez” el 14 de Mayo de 2001, Lunes de Feria.
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