lunes, 12 de mayo de 2014

OCHAVOS DE UN TEMPLETE. II. LA HERIA.

La Historia de la Heria y la Feria de Xerez. 








           Un saludo, lector. ¿Qué tal ese alumbrado? La cabeza un poco pesona ¿no? No nos preocupemos que ya se nos irá haciendo el cuerpo hasta que cojamos el seguí’o y no nos echen ni a cañonazos del Recinto. El Real por mejor decir. El Real de la heria o feria: como el campamento con sus tiendas de un Rey que viniese a conquerir la Ciudad y asentar sus reales. La feria o heria como mercado extraordinario por el privilegio rodado de algún monarca que hiciera mercedes, repartimientos entre caballeros de conquista, otorgando Fueros ciudadanos y Cartas puebla, concediendo franquezas de pechos (como si quitara Jereyssa y pagasen sólo los tíos que lo gastan o meten la cuchara en la perola del rancho de los jerezanos):


          "Conoszuda cosa sea a todos los ommes que esta Carta vieren cuemo yo Don Alphons por la Graçia de Dios Rei de Castiella e de Leon... e de Seviella... con grand favor que he de fazer bien e merçed... a todo el pueblo de la Çibdat de Seviella... e de levarlos adelante e por el mucho serviçio e ondra que fizieron al mui noble e mui alto Rei Don Fernando mio padre que iaçe i soterrado e por el serviçio que a mi fizieron e por mi que fui i Rey e resçibi Caballeria doles e otorgoles pora siempre que fagan dos ferias... E mando que todos aquellos que vinieren a estas ferias de mio Sennorio... christianos e moros e iudios que vengan salvos por mar e por tierra... E mando e defiendo que ninguno sea osado de los contrallar nin de les fazer fuerça nin tuerto nin mal ninguno a ellos nin a sus cosas..." (1254). (E por mandar mando que ninguno sea osado de tocar el mio Templete del Real de la Feria de Xerez so pena de la su cabeça gela cortar).


          Y de nuevo tenemos, lector, a D. Alfonso Décimo (el Rey Nuestro Señor) sembrándonos la tierra: esta vez de ferias. Mercados en días señalados que solían hacerse en los eriales de los ejidos de las ciudades de nuestro Reino. Ya sé el reparo que me va a poner: que las actuales ferias no tienen nada que ver con éstas alfonsíes; que la conexión que le expongo no tiene ninguna base histórica. Es cierto. Pero a mí me gusta pensar en estos antecedentes remotos, protohistóricos, si se me permite.


          Que yo me imagino al Rey Sabio paseando por su, nuestro Real, de corto y con sombrero de alancha –la cinta dorada en señal de realeza– y en la concha de la montura leones y castillos claveteados y en la manta el hierro de águilas sacroimperiales de los Hohenstaufen (por su madre Dña. Beatriz de Suabia) y colgando del calzón caireles con leones pasantes (por su bisabuela Dña. Leonor Plantagenet, hermana de Corazón de León) y alas desplegadas (por su abuela materna, Dña. Irene Angelo, hija del Emperador de Bizancio). Nunca tan cumplido caballista paseó por el Real.


          Y encima justo del sitio donde hubo un Templete, en el azul celeste, turbio por el dorado albero en suspensión, surgió un rompimiento de Gloria apareciendo, como cuatro apocalípticos jinetes: S. Fernando (su padre), S. Jorge (patrón de la Caballería), S. Isidoro (como en Las Navas de Tolosa) y Santiago Matamoros (aunque sea políticamente incorrecto) –qué caballistas– a tomar cumplida venganza por tanta afrenta conferida. Yo no me lo pierdo. Me voy pa'l Real.




                                                                                                          AUREO SANZ RUIZ


Publicado en el diario “ABC. Edición de Jerez” el 14 de Mayo de 2001, Lunes de Feria.



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