Paseo de Caballos por la
Feria de Xerez.
Saludos, lector, con el cuerpo ya
hecho, pues nos parece siempre que –Viernes de Feria– estamos nuevos como al
comienzo. ¡Con la feria que llevamos! (Me han dicho que por poco avisan a los
municipales pa’ llevárselo a su casa de Vd. de lo bien que estaba antier). Pues
hoy nos transformamos, casi como de Miércoles a Jueves Santo. Serán cosas de
los biorritmos o de las cinéticas metabólicas del Fino que no se puede
aguantá’.
Hoy, asomado que nos hemos a los
ochavos que dan al campo –campiña y sierra–, la Remonta, la Plaza, el camino de
Sevilla y la Historia, yo quiero girarme y, entre los del poniente, contemplar
la gente del Real. Darme la vuelta y ver cómo desde el campo se nos han venido
toda la gracia y la majestad de la caballería de la tierra. Que desde el
cerrado de un cortijo –loma y cal– los vaqueros han movido –tlon-tlon de
amanecida– los mansos. Y por la cañada –lindes de chumberas y traviesas–
arropadas por la parada de cabestros –en
cabeza el guía con los de traílla a los estribos: campanillas– vienen las
sombras de los bravos de salida –entre los seguidores y los de tropa: piquetas
y cencerras– bajo la mirada del conocedor –acaballando a los de zaga: zumbas–
en tropel de repique metálico, largas garrochas y nimbos de alancha. A
distancia de respeto: mulas con serones y el Peter –quinta a la larga que el
camino es estrecho: cascabeles– del ganadero para la feria. Que se ha quedado
el ganado para la corrida entre las talanqueras del ejido y –dejando zahones y
palos de majagua– se vienen al Paseo.
El campo en la calle: El Paseo de
Caballos. ¿Quién dijo que era el mejor del mundo? Es el nuestro... el de Jerez,
y punto. Todavía sobran caballos y faltan jacas. Sobran tordos y faltan
castaños. Sobran manos piafando; faltan mosqueros rítmicos de oreja a oreja.
Falta campo; sobra Escuela. Aún sobran zahones (que son pa’ las faenas),
repujados, cuellos desabrochados; falta sobriedad a la vaquera. Sobran mangas
de camisa y tirantes; faltan guayaberas blancas o milrayas. Sobran tías
montadas de machorras y faltan niñas bien de amazona (¿dónde están las de Jerez?).
Sobran despeinadas encaramadas; faltan grupas con garbo: pies cruzados,
volantes abiertos, brazo leve sobre la faja, mano airosa en la cintura andando
o asida a la baticola cuando se galopa.
Sobran enganches de fantasía (con más
de seis bestias) y faltan más coches de Jerez. Sobran atalajes a la inglesa;
falta un carro de riego para el polvo de los arrecifes. Sobran tiros de
hannoverianos dinosáuricos; faltan enganches de mulas.
Los que nunca sobran son Mata,
Robles, Carrasco y Pinteño manejando –rienda y látigo; a la voz– una quinta
como si fuera la limonera de un coche de punto. Ellos no podrán faltar, aun en
la memoria. ¡Va por ustedes señores: artistas enormes, mayorales monstruosos,
aurigas camperos!
El que sobra en mi casa soy yo...
porque falto en la Feria. Me voy. Adiós.
AUREO SANZ RUIZ
Publicado en el diario “ABC.
Edición de Jerez” el 18 de Mayo de 2001, Viernes de Feria.
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