... sigue (5).
Es durante el S.XX cuando se
produce el desarrollo, auge, esplendor y decadencia de la música procesional
de Sevilla y su subsiguiente difusión por toda la geografía de España,
gracias a las procesiones de Semana Santa y las cofradías en particular.
Difusión de forma decisiva durante la segunda y tercera décadas –en las que
se consolida la visión de la de Sevilla como la más universal de todas las
Semana Santa, desde una fama creciente a partir de las visiones de los
viajeros románticos-; de manera definitiva de los años cuarenta a sesenta –en
los que el renombre de la marcha procesional sevillana se propaga y se
extiende su reconocimiento general-; y de manera intensísima desde los
ochenta en adelante, en los que la imitación de los usos musicales
procesionales de Sevilla es generalizada -y los signos de decadencia
notorios, todo sea dicho, en un proceso de contaminación de ida y vuelta- en
el resto de España. Podemos afirmar que las formas y usos de la Semana Santa
en Sevilla, sus cofradías y sus procesiones impregnan para bien o para mal a
todo el territorio nacional; y no podía ser menos la vertiente de la música
procesional.
En el transcurso del
Novecientos es cuando se va a sevillanizar la marcha procesional, tanto en
composiciones como en interpretación, tanto para banda como para música. Es
decir, surge una forma especial de componer e interpretar propias de la
ciudad; derivada de todas las aportaciones cultas foráneas y locales a la
música popular -en concreto la marcha procesional- y sujeta a las corrientes
de moda; pero con un aire propio de la tierra personalísimo, inconfundible y
apreciadísimo hasta la difusión allende las tierras del antiguo Reino a toda
La Andalucía y más, hasta la imitación sistemática y continuada, hasta, en
fin, el brote o reverdecimiento de fructíferas escuelas locales.
Y este desarrollo, con su
auge y posterior esplendor, así como la decadencia, es tanto para la música
de banda como para la de música. La ya vida independiente de la marcha
procesional para toques de cornetas y tambores, de la propia para banda
completa (en Sevilla muchas y señaladas veces con cornetas) ofrece
inesperados paralelismos: uno es su clara periodización en tercios. Tres
claros periodos presenta la música procesional para banda de cornetas y
tambores durante el siglo pasado: el que comprende la continuación de la
Restauración Alfonsina y la Segunda República; el siguiente, que abarca la
última Guerra Civil –con Sevilla en el bando nacional- y la Dictadura del
General Franco; y el último, correspondiente a la Restauración Monárquica.
Todos ellos, evidentemente, con sus claros solapamientos.
Pues bien, durante el primer
tercio del Novecientos el panorama de Sevilla en cuanto a formaciones lo
dominan las bandas de guerra, que ya vimos cómo resurgían en el mundo de la
música militar a finales de la anterior centuria. Sin embargo, los hechos más
significativos son la fijación de La Centuria Macarena con su banda como
componente de la Hermandad de San Gil y dependiente se sus sucesivas juntas
de gobierno; la desaparición del resto de grupos de armaos de los que sospechamos
que poseerían sus propias bandas o charangas; y, por último, su sustitución,
como novedad, por bandas civiles particulares, esto es, no dependientes de
ningún organismo civil o militar, con ánimo de lucro –aunque los grupos de
armaos y las militares cobrasen- y con atuendo marcial a la moda del momento
–guerrera, pantalón recto, gorra generalmente de plato, trinchas y galas-
imitando a las formaciones militares. Bandas que comienzan a proliferar en la
ciudad, de origen popular, de gran popularidad y pronto apreciadas en el
mundo cofradiero. Otro punto a destacar en este primer tercio del S.XX es la
aparición de bandas infantiles, de gran importancia como canteras de músicos.
Continúa...
|
Publicado en la bitácora
“Patrimonio musical” en la entrada “¿Enseñar historia de la "Música de
Cristo?” del foro “La Música en los Pasos de Cristo. Música de Cristo." El
2 de Febrero de 2012 a las 21:30.
No hay comentarios:
Publicar un comentario