A propósito de una respuesta que di
allá por el 2007 a una mezquindad más aparecida en ARTE-SACRO. Bueno, pues
atención al comentario de tal señorito católico “cofrade” porque el Papa
permite –con autorización del Ordinario- la misa por el precioso rito de Trento
en alguna que otra ocasión y previo aviso. Una joya. Un monumento a la
estulticia, la incultura y el seguimiento ciego a las consignas de los gurús
del pensamiento único y políticamente correcto.
Su Santidad el Papa Benedicto XVI ha
resuelto acabar con un debate surgido en el seno de la Iglesia, al firmar el
pasado mes de julio el documento Motu Proprio “Summorum Pontificum”. Con esto
viene a levantar las restricciones impuestas por la reforma litúrgica de 1970
de Pablo VI al uso de la anterior liturgia, promulgada en 1570 por San Pío V
según las indicaciones del Concilio de Trento frente al protestantismo.
En resumen, lo que nuestro Pontífice
permitirá -ya puesto en marcha desde el pasado 1 de septiembre- es una vuelta
atrás en la liturgia de la Misa: la vuelta al Misal anterior, llamado trentino
o de San Pío V, siempre con la consideración de “extraordinaria”. Pero quede
claro que no es que se autoricen a partir de este momento las misas en latín,
que siempre lo han estado, sino que se autoriza el regreso a la liturgia de
Trento. Inexplicable.
Las mayores diferencias que existen
son el uso del latín y la posición del sacerdote, que se sitúa de espaldas al
pueblo. Junto a esto, se establece el derecho de los laicos a contar con este
tipo de celebraciones en sus parroquias o bien la facultad del Obispo para
erigir una parroquia expresa de su diócesis para las celebraciones en rito
antiguo.
Me parece un nuevo paso atrás de la
Iglesia del siglo XXI. Benedicto XVI nos retrotrae a tiempos en los que, por
ejemplo, la mujer era un cero a la izquierda, el cura era parte de la vida
política del pueblo, España era la reserva espiritual de occidente y la
formación era obligadamente de carácter religiosa.
Soy un hombre de Iglesia, quien me
conoce lo sabe, pero estas cosas no llego a entenderlas. Creo que con medidas
de este calado la Iglesia, mi Iglesia, no avanza, todo lo más se para, aunque
pienso que retrocede.
¿Así queremos llenar las Iglesias los
domingos, dando la espalda a "la afición"?
Miguel Andréu
Respuesta (que no se publicó):
“PASO ATRÁS” CON TALANTE: POR DETRÁS Y POR DELANTE
"Hace falta ser tremendamente mendaz y de una mezquindad intelectual inaudita para verter los comentarios que se pronuncian en "Paso atrás" sobre el permiso dado por S.S. Benedicto XVI para celebrar la misa por el rito trentino en determinados casos y con permiso del Ordinario. ¿Puede un merluzo mental semejante aprehender la grandeza intelectual del Pontífice que ha regalado a la Iglesia la Gracia del Paráclito? ¿La cascada diarreica de prevenciones medrosas de una racionalidad aldeana responde a propósitos torcidos o filias inconfesables? En castellano: este personaje, Andreu, ¿es tonto o malo? ¿Es de España? ¿Conocerá el rito mozárabe toledano? ¿Será de Sevilla? ¿Oyó hablar de liturgia visigoda hispalense, isidoriana? Ritos que perviven tras la uniformación gregoriana de Alfonso VI, trentina, postvaticana; y que se celebran ocasionalmente, aunque no los domingos en la parroquia de enfrente de tu casa. Pues en latín ahora, igual. Pero esto lo entendemos todos, y seguro que lo sabe este individuo ¿verdad? Para leer estos argumentarios de y para memos ya tenemos los medios prisaicos y aprisados públicos y privados, o sea, casi todos. Y lo digo siendo un malísimo cristiano, pero jamás meapilas: con cristianos como estos, con esta imponderable bajunería intelectual ¿qué afición nos va a quedar? Casi ni a las cofradías. Andreu... buena fuente de emponzoñamiento digna de una “Secta” diabólica o del perpetuo sainete en que nos han convertido esta Sevilla cofradiera... perdón, “cofrade”. Eso, “cofrade”... políticocofrademente correcta: leña al Papa; incienso al neocacique hasta que el humo no deje ver las catenarias... o las catenarias, las procesiones."
Es una muestra más de típica melonada
simplona pero canallesca de un propio "católico" -que se considera
él, vamos, como yo puedo decir que soy guapísimo y que no tengo “agüela”, claro,
faltaría más- tan al uso en la actualidad cuando consideran estas pobres almas
de cántaro que la Iglesia no se adapta a esta moderna sociedad sin Dios que están
consiguiendo imponer todas las fuerzas progresiacas desde la “Ilustración” –que
también es un decir- hasta hoy, y que no esconde sino el tratar de eliminar el
influjo del Catolicismo –las otras confesiones cristianas y las demás religiones
les trae sin cuidado a la progresía agnóstica o, mejor dicho, gnóstica y
autodenominada como laica, por creerlas fácilmente dominables en su debido
momento- influjo de la Iglesia Católica, digo, sobre la sociedad como
mantenedora de la presencia de Dios revelado al Hombre entre los hombres y,
sobre todo, estandarte –y aquí es donde les duele- del Iusnaturalismo –o el
pensamiento de que existen principios inquebrantables por el hombre, que en el
caso de los creyentes vienen dados por Dios, y que en el de los no creyentes
constituyen principios morales intocables– frente al Iuspositivismo –o
determinar que las leyes están hechas por el hombre, y lo mismo que ayer decían
una cosa, mañana pueden decir otra y pasado la contraria si fuere preciso-
propios del relativismo, materialismo, marxismo y demás cháchara con la que se
manejan la piara de ingenieros sociales que gobierna hoy Occidente, el Mundo
“Libre” (que sería pa’ jarterse de reír sino fuera tan trágico).
Piden estos “católicos” más y más y
más del famoso aggiornamento de los dos cegatos -mundana, social y
políticamente hablando-, Papas Roncalli y Montini, a los que rogaremos a Santa
María que interceda por ellos ante el Altísimo, porque me parece que les falta
todavía unas cuantas vueltecitas por las llamas del Purgatorio para expiar
tanta memez. Porque tal aggiornamento -empezando por el cacareado diálogo con
el marxismo y terminando por el liberacionismo “teológico” revolucionario,
después de contemplar todas las “nuevas realidades” sociales y confundir el
Amor con las témporas hasta empercocharse del relativismo más ramplón- han
terminado en una secularización individual y social brutal, una falta de vocaciones
-que ha casi terminado con los principales Institutos religiosos y con el clero
secular- para temblar, una caída en la Educación de raíz cristiana
empobrecedora y, por último, la práctica existencia de una sociedad que “pasa”
de Dios, no digamos de Cristo, Dios hecho Hombre para redimirnos del Pecado y su
mensaje de Amor –pero primero, ojo, a Dios y, luego, al prójimo como a uno
mismo; y que no hay Amor a Dios sin dar a los demás parte del Amos de Dios,
vale; pero lo primero que hay que amar es a Él-. Y venga que dale estos pobres
–inocentes, quiero creer- agentes del Maligno revestidos de la piel de cordero
del “practicante” católico a embaularse todas las consignas y las formas del
pensamiento único progresiacos. Y cuanto más se “adapta” la Iglesia, más leña
que recibe. Y más culpan a la rigidez o corrupción de la Jerarquía estos
bobalicones “católicos” la ruina del Catolicismo y el alejamiento de la gente
de Dios. Y es precisamente justo lo contrario –aunque el razonamiento no sea el
intuitivo propio de los niños o los simples- cuanto más aggiornamento, cuanto
más se ha intentado “adaptar” a los “tiempos” la Iglesia, cuanta mayor renuncia
a los principios de Magisterio y Doctrina, cuanto más ecumenismo de pandereta,
cuanto más admitir lo inadmisible de las nuevas “realidades”, mayor
secularización, mayor huida de la Iglesia, mayores críticas, menos
practicantes, menos fervor, menos Dios.
Y los dos muñequitos de pimpampún
señalados por los medios progresiacos para que descarguen su ira estos
“católicos” aggiornados son los dos Pontífices -SS. SS. Juan Pablo II y
Benedicto XVI- que han puesto pie en pared contra la contaminación positivista,
materialista y marxista periconciliar en la Iglesia Católica de manos de la
Komintern (III Internacional o Internacional Comunista) de la antigua URSS.
Ésta se llevó a cabo vía KGB y su criatura: el movimiento "católico"
en la Polonia comunista “PAX”, a través del cual se infiltró –vía iglesia
católica contestataria holandesa y, en la misma Roma, los medios de
comunicación con IDOC- el pensamiento marxista a todo el Orbe Católico,
incluida la Compañía de Jesús, prácticamente desmantelada desde el generalato
del nefasto Prepósito Padre Arrupe. Con ello pensaban minar un dique de
contención para el triunfo de la revolución y la dictadura del proletariado o,
lo que es lo mismo, el triunfo del socialismo y la quiebra de las democracias
“burguesas”, en una palabra: la extinción de las sociedades abiertas y la
muerte de la Libertad, como algo propio de un individualismo intolerable y
contrario al igualitarismo. Infiltración jaleada, además, por toda la prensa
fabiana, progresiaca, igualitariómana –“pero conmigo, que soy de la crème, ni
hablar; la igualdad para los proletarios”-, socialistófila y procomunista
occidental -encabezada, ay, por la de Usa-, aparte de los millones de “tontos
útiles” –según denominación de los propios soviéticos-, incluyendo miles de
“intelectuales y artistas”, que secundaron los designios totalitarios y
liberticidas del socialismo real en las democracias del mundo libre. Una
contaminación, digo, asimilada por una parte importante de los cristianos
católicos, incluida la jerarquía, de lo cual tendrán que rendir cuentas ante el
Altísimo, pues no se trataba sino de un embate más del Maligno contra la Roca
de Pedro, la Iglesia, la comunidad universal de cristianos –católicos-, seguidores de Cristo. No
perseguía la Komintern –vía infiltración y propaganda-, confiada en la
bobaliconería y el buenismo de muchos –los más de poca instrucción,
desinformados, de pensamiento intuitivo y simple-, aparte de los que siempre
piensan sacar tajada, sino de persuadir a un buen número de cristianos de la
necesidad de crear un “Reino terrenal” donde imperase la “justicia social” –vía
socialismo, claro- aunque fuera al margen de Dios –se hacía a un lado su
presencia para implicar a los no creyentes o poder implicarse con ellos, mejor
dicho- y su promesa de reinado, el Reino de Dios, que no es de este mundo.
Resumiendo: igualdad antes que libertad, a través de la “justicia social”. O lo
que es lo mismo –pues siempre ha abocado a la misma situación-: triunfo del
estado totalitario como administrador de la “justicia” igualitarista y
consiguiente desaparición de la libertad individual o liberticidio.
Y a pesar de la Caída del Muro de
Berlín y del Comunismo Soviético, ahí siguen, dale que te pego -que no se lo
perdonan- contra esa lumbrera de la intelectualidad, bendición del Paráclito o
Divina Misericordia del Espíritu Santo, que no es otro que Benedicto XVI, toda esa caterva de nuevos progresiacos socialistoides y comunistas que, orquestados y manejados solapadamente por sus
nuevos patrones fabianos y masones –medios de comunicación mediante, de los que
son dueños en una buena parte-, reciben el apoyo cómplice de tanto católico
trasnochado y desnortado. El otro, el futuro santo, Juan Pablo II, es que los
ha desbordado, pero bien que intentaron desprestigiarlo en su momento hasta
verse superados por la grandeza de sus actos. Y ahora –por supuesto que tomando
interesadamente el rábano por las hojas- venga a jalear un día tras otro
ciertas “cosas” –por ser piadoso- del Papa Francisco. Todo sea contra el
catolicismo, el cristianismo, o la religiosidad, la moral y la ética como
valladares del relativismo, o el iusnaturalismo –que no es sino la aceptación
de que hay normas que el hombre no es quién para modificarlas, en contra de las
ideas positivistas, engendradoras de la ingeniería social que padecemos de
manos de la casta y las “élites” que nos manejan- en pro de este lento suicidio
de Occidente, a base de rechazar la raíz de su escala de valores y de su
concepción del hombre, que no es otra que la cultura grecorromana y la
religiosidad judeocristiana, de la agonía, en conclusión, de nuestra Libertad.
Y venga a tratar a la Iglesia como a
la carcundia y como a una panda de oscurantistas y retrógrados. Venga a
ningunear intelectualmente a la Teología y los pensadores cristianos. Que ahora que la
Iglesia no tiene poder temporal, con libertad de culto y creencias, la religión,
en particular la católica que predica el Amor de Dios, el amor al prójimo y la
salvación por las obras –no sólo por la fe, Gracia mediante, en contra de la
aberración luterana- representa un bien para vivir en Libertad a creyentes y no
creyentes, generadora de moral y respeto mutuo, de caritativa –amorosa-
solidaridad, a más de consuelo de menesterosos y freno de poderosos. ¡Que no es
ni la Iglesia ni el Papa, imbéciles!
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