Respuesta a propósito del
“documental” que colgó en el grupo de Facebook un amigo -aficionado entendido
donde los haya- felicitando a Don
Francisco Romero López en su octogésimo cumpleaños.
"¡Qué sarta de topicazos y lugares comunes con prurito intelectualoide, pero cochambrosa a más no poder con una de las figuras más descollantes del toreo y, lo que es aun si cabe peor, con Sevilla, la ciudad de la tauromaquia sin duda!
Ni una palabra sobre los fundamentos
de la tauromaquia del Faraón. Ni un porqué sobre por qué a los que nos gusta el
toreo de lidia –o el sometimiento del toro con inteligencia y, sobre todo,
naturalidad, que no se note que estamos esforzándonos, en plena “faena” de
sometimiento y mando, como si tal cosa, que es la gracia del toreo y el
auténtico valor- a los que nos gusta la lidia, repito, nos entusiasma el de
Camas cuando toreaba –cuando decidía no hacerlo no engañaba a nadie: cortaba
por lo sano y a aguantar el chaparrón- .
Como si todo respondiera a un
sinsentido, a una extraña relación entre un torero raro –cuando es de lo más
torero en un sentido simple y llano que he visto sobre el albero- y una ciudad
irracional, caprichosa y sainetesca.
Una visión canallescamente caricaturizante y pervertidora de la realidad, que no es otra sino la rendición de los
entendidísimos aficionados de la Ciudad al toreo de Francisco Romero López, es
decir, el toreo de ley, con valor sin trampa ni cartón, con técnica y
exposición, con gallardía, naturalidad y guapeza –la gracia y el pellizco-. Y el
duende. Que no existe pero haberlo, haylo. Y si no, tenga los cojines de
tragarse uno de los espectáculos cómico-taurinos al uso de las actuales
estrellas del firmamento taurino: pegapases vulgares, reiterativos y anodinos.
Yo, desde luego, me quedo en casa. Y para interpretaciones como las del
documental: que las vea la abuela del director y su puñetera hija, o las del
guionista y todas sus castas.
Y no me da la gana poner imágenes de
las últimas apariciones triunfadoras del maestro sacándose al toro con la
muleta fuera de cacho, como todos los otros, aliviándose y “ligando” de manera
facilona, como hoy se triunfa en una fiesta dominada por la “afición” más mema
y basta. Porque entonces descubriría la tremenda mentira del actual toreo de
los pegapases. Aunque justificase mi actitud de no ir a los toros y de que no
tengan un pase para mi humilde persona.
Por eso para el mono que me invade y
matar el gusanillo acudo cada Noche de Jueves a Viernes Santo, como un “Margot”
redivivo –y que no se me malinterprete, ¿eh?, que todavía hago sitio en la
taleguilla- a contemplar el paseíllo en la Encarnación de los legionarios
romanos que vienen del Arco. Arte puro, también. La Gracia y Sevilla. Antes de
que se postren ante El de San Lorenzo. Otro que también abre el compás cuando
torea. La lidia de todos nuestros pecados.
Si tendrán relación los dos mundos.
El del planeta de los toros –Cañabate dixit- y el que se sigue preguntando cómo
estará más guapa La Macarena –Caro Romero dixit-. Pues con la saya del traje de
luces, hombre. ¿Con qué iba a ser? Y sometiendo mi existencia al compás de las
puntas de sus bambalinas y del titilar de su Divino Pecho con las mariquillas.
Casi como un capote recogidito embarcando al bicho o la muleta planchada
sometiendo al bruto de un Faraón."
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