No se espante, lector, que no pienso
tratarlo de Vuestra Merced o Vuesa Merced o Vuecé. Es uvecé, o sea WC (nosotros
con ustearnos vamos despachados). Sí, va de cuartos de baño.
Y viene el ya manido asunto porque
encontréme el otro día a una pareja amiga. Comprádose que habían una casa que
reformas necesita y, sin pensarlo, se plantaron a visitar establecimientos de
sanitarios. ¡Ay, las caritas –perplejidad, espanto, asco– que traían! Claro que
algo habían encontrado decente, pero casi todo lo que vieron, por mucho que se
esforzaron, era indescriptible.
Dése una vuelta por Jerez y endiquele
el contenido de las cubas de escombros: la moda de la urgente renovación del
baño que se nos ha venido. No pienso tratar –que otros antes y mejor lo
hicieron– sobre sanitarios porcelanósicos ni “yacuzi” ni azulejos. Hoy quiero
contarle lo de los accesorios y potingues; del auténtico mare magnum que uno se
encuentra cuando visita estas piezas: puro barroquismo. Entre dorados y
forjados, bordados y crochés, cenefas y estampas, tarritos y botellas, focos y
tulipas, rizos y borlas, conchas y monomandos no sabe uno si lugar hubiere para
depositar los inevitables desechos orgánicos. Ahora recuerdo cómo durante una
velada en casa de una señora amiga y después de dos copas de brandy en la
sobremesa yo... yo estaba reventandito. Discretamente hice la indicación y allí
que me pasaron a un minúsculo baño de apartamento tan repleto que para entrar
por poco tengo que sacar medio cuarto. Evacuado el líquido desechado por mis
riñones, paséme a lavar las manos y refrescar la cara. Al echar mano a un
sugerente papel higiénico color albero para atusarme las narices comprobé
–¡horror!– que un dulzón olor a vainilla sintética me vino a las mismas.
Reunido de nuevo con la anfitriona comenté entre admirado y cariñoso, con una
mi’ajita de encubierta sorna, la sorpresa recibida. Respuesta: me regaló dos
rollos. Mire, llevar la nariz envainillada, pase, pero que así huelan partes
más bajas es una provocación, casi una delación.
En este Jerez sobrio y elegante
¿dónde quedaron aquellos discretos, límpidos y familiares cuartos de baño
blancos? Porque en estas capillas sixtinas del aseo, en estas sacristías
cartujano-granadinas del acicalamiento, en estas fachadas del obradoiro (de
obrar, claro) de la evacuación yo, desde luego, me pongo colorado al orinar o
defecar, cuánto más meando o cagando, como toda la vida de Dios. ¿Piénsalo así
Vuecé?
Publicado en el diario “ABC.
Edición de Jerez” el 19 de Octubre de 2001, Viernes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario