Mire, lector, que después de cinco
mil años mal contados de civilización –lo de Atapuerca nos coge un poco a
trasmano– van y te parten los esquemas.
Empiece Vd. a controlar la Naturaleza
con la agricultura y la ganadería desde la Revolución del Neolítico. Que surja
la cultura urbana con nuevas relaciones de la sociedad y la individualidad
personal. Después de las grandes civilizaciones fluviales y la aparición de la
Ciencia, el Derecho y las Letras. Ilumine la luz helena al hombre como
individuo frente a sí mismo, los demás y el Mundo: háganse Saber y Arte.
Universalice (globalizar se diría ahora) con Roma administrativa y
económicamente el Orbe, respetando creencias y culturas. Predique Amor Fraterno
y Paz, la igualdad del alma a pesar de sexo, raza o condición. Soporte
invasiones de bárbaros por el Norte y el Sur; espere a que asimilen
peregrinando hasta el Renacimiento milenarista. Comience a separar lo temporal
y lo espiritual. Géstese el Estado Moderno frente a reyezuelos y señores. Tenga
un Humanismo y una Ilustración. Desarróllese el pensamiento racional: Ciencia y
Técnica. Haga una Revolución por la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad.
Consiga sufragio universal, democracia, sociedad laica, libertad de pensamiento
y creencias. Todo salpicado de mucho periodo obscuro; mucha nube; tanta lucha,
prisión, sangre y muerte por la Libertad y un estado jamás alcanzado por la
Humanidad y disfrutado por no muchos hombres.
Ahora se sienta en su casa, después
de una jornada de agotador trabajo, enciende el televisor y aparecen cuatro
moros diciendo peligrosas payasadas y encima amenazando. Y cambia. Pues no es todo,
que te enchufas Canal Sur y sale –"tacatá... ta"– el programita de turismo. Y
entre mucho “golf”, “restauración”, “evento (perdón) cultural” y cutrerío,
venga música mora y –"tacatá... ta"– el “legado andalusí” para arriba y para
abajo.
Pues hasta “árabes” son nuestros
polvorones y mostachones con el paladar que les da la mantequita. Y se me
atragantan Fino y jamón. Y me remuerde la conciencia pensando en tanta niña
mona descubierta por la calle. Y entono el mea culpa por lo que me gustan las
imágenes y una Semana Santa. Y prometo no bailar en la Feria con flamencas
entalladas y dos copitas encima. Y comienzo a sentirme extranjero porque yo de
ese “legado"... nada he recibido.
Pues esta ocultación de la verdad,
estas prostituciones históricas con miras a propalar nacionalismos medradores
son tan graves como haber menguado las Armas de Jerez de castillos y leones. A
más de dos –de aquí y de Sevilla– los mandaba pa’ Afganistán –por lo menos a
correr la maratón de Kabul– con un turbante puesto. Lo malo es que nos
quedábamos sin seda (por lo de la Ruta, hombre)." Tacatá... ta".
Publicado en el diario “ABC.
Edición de Jerez” el 2 de Noviembre de 2001, Viernes.
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