miércoles, 5 de febrero de 2014

El silencio de los cabritos, un gritito de cotorra y la manipulación porcina orweliana de siempre




   


          Respuesta a un amigo –de cuyo nombre no alcanzo acordarme- que no se lo ocurre otra cosa –católico él- que colgar una foto de no sé qué grupejo “Basta YA de corrupción” (“¡A buenas horas mangas verdes! -les diría a estos miserables-. Y estos años pasados ¿qué? ¿No había grupos de hasta aquí hemos llegado y basta ya con la corrupción?”) con la efigie de Maximiliano Robespierre -ni más ni menos, con un par, sí Señor- y la siguiente cita: “El secreto de la libertad, radica en educar a las personas mientras el secreto de la tiranía esta en mantenerlos ignorantes” [sic para los signos de puntuación ortográficos, sic para las tildes, sic para la concordancia de género y sic para las palabras de esta sabandija, tratado como un campeón de la Libertad y para sus secuaces, poco escrupulosos ellos en cuanto a memoria, muy selectiva por lo demás]. ¡Bueno, yo creo que es algo, de verdad! ¡Cómo pican –picábamos- el anzuelo! ¡Qué meapilismo más patético! Pero lo mejor es la respuesta de una cotorra ante mi asombro, estupefacción e indignación, cuyo nombre omito por caridad cristiana. 







 
-Bien dicho: "Aparta que me tiznas" dijo la sartén al cazo. ¿Robespierre? ¡Uno de los mayores liberticidas de la Historia! ¡Cómo os controla el pijiprogerío, querido Fulano! Hasta en la red controlan y te la meten doblá', por blanditos y modosos. ¡Robespierre mentando la Libertad! Tiene huevos la cosa. Y la gente pulsa "Me gusta". ¡Vaya gana'o!”




Menganita, cotorra buenista y amable: “¡¡¡¡¡¡No te fijes en quien lo dice, sino en lo que dice!!!!!” [sic]





-¿Ah sí? Pues siempre he procurado que mi vida no se rija por apariencias: ni las mías ni las de los demás. Y además si se me propalan frases bonitas de canallas, para intentar que un servidor pique y no recuerde los actos de semejante alimaña, ídolo de mucho ingeniero social que anda suelto por ahí -tan sueltos que nos han llevado a la más completa ruina económica y moral- entonces es que cojo un rebote del quince porque no soporto que me manipulen. Si además se me hace una admonición en nombre del buen rollito para que me fije en el qué en vez de en el quién, como si fuera un vulgar participante o televidente del "Sálvame” pues apaga y vámonos. Y que nos sigan intoxicando y manejando informativa, cultural y mentalmente. ¡Ole ahí!

          ¡Qué, no quién! ¿Ah sí? ¡Estupendo! He visto durante más de treinta años cómo lo hace mucha, muchísima, demasiada gente -por decir algo- y al final lo lógico: carcomidos hasta el tuétano por el más abyecto relativismo, se derrumba la fachada de sociedad estupendísima, tolerante y supermegaguay de enrollada y de buen rollito que nos han -nos hemos- montado, y nos encontramos desnudos en medio de un más que inhóspito desierto moral.

          Y mientras, pues nada, a seguir con la cabeza tapada y el trasero en pompa: aquí que me las sigan dando todas que yo no me quiero enterar, que es muy molesto pensar, que luego se complica todo, y que con el pensamiento intuitivo propio de un raciocinio infantil con que me rijo en la vida pues me va eso, muy bien, tan feliz como un niño. Nunca me gustaron los avestruces.

          ¡Robespierre hablando de Libertad! ¿Y la guillotina, qué tal? ¿Y el Terror? ¿Y la Historia? ¡Ah, que la Historia y el ejemplo moral, la ejemplaridad,  disciplinas son pasadas de moda! A todos estos canallas liberticidas siempre se les ha llenado la boca de palabras sagradas para luego conculcar los derechos del prójimo. Pero eso ¿qué más da? Y sin embargo no se limitan a propalar la frase impecable en el anónimo sino que remarcan al impresentable autor. ¡Cómo nos conocen! ¡Qué forma de manejar auténticas piaras de raquíticos culturales, endebles mentales y laxos morales!

          ¡Hay que ser bobo o quererlo aparentar: no es el qué sino el quién! ¡No es nada la palabra Libertad si no puedo ejercerla yo o no dejo que la ejerzan los demás! ¿Cuántas palabras? ¿Qué hechos? La demagogia. La inconsecuencia: digo una cosa –preciosa- y hago lo contrario. ¿La ejemplaridad? Ha muerto. ¡Larga vida y plenitud de éxito al demagogo! ¿No importa el quién, verdad? ¡Cuán fácilmente nos emboban! ¡Qué forma más sublime de conocer el gana’o que apacientan! ¡A otro perro con esos collares, por favor! Que de ese tipo de pensamiento evanescente -¡ay, quién no, qué!- estoy inmunizado hace tiempo gracias a mis esfuerzos mentales como ser dotado de raciocinio y libertad por el Creador y a la Misericordia Divina del Paráclito que se apiadó de esta pobre mi alma.




         " Los responsables de nuestra ruina moral y económica –y van ya dos veces- como individuos y como nación, los que han matado nuestra libertad y nuestra dignidad, los que han dilapidado nuestras haciendas, no sólo controlan los medios de comunicación –es un decir, porque la información que dan es basura de tan sectaria, mendaz y falsaria- y los canales de cultura –también por decir algo, pues es pura bazofia lo que ofrecen- sino, también, la red. Y a base de propalar mensajes supuestamente críticos con el statv qvo, se la meten doblada a muchas almas cándidas –excesivamente candorosas para lo mayorcitos que somos- que se convierten en cómplices de la propagación de semejantes trolas mentales, ayudando inadvertidamente a llevar el agua a su molino.

          ¡Cuidado con lo que pasamos a nuestro círculo de conocidos como supuestos mensajes críticos! Este de Robespierre mentando el sacrosanto nombre de la Libertad es un claro ejemplo de hasta qué punto intoxican y hasta qué límites saben cómo somos capaces de ser manipulados –aun tan inocente y burdamente- con sus argucias de raterillos. Y la verdad es que como en muchos timos de quien menos te da pena es del timado, que casi siempre se pasa veinte pueblos de listo y sobra’o. Y continuamos haciéndoles el juego a esta panda de desahogados que no han sabido hacer otra cosa que conculcar normas, leyes, principios y moral hasta llevarnos a la quiebra como nación y, por tanto, como individuos libres.

          ¡Y venga un lelo detrás de otro arrimando ascuas a sus sardinas –las de los señoritingos del Partido- y creyéndose –o intentando hacernos creer- que nos pasan supuestas críticas al estado de empercochamiento al que nos han conducido dichos señoritos que conocemos todos desde hace mucho, pero mucho tiempo! ¡Ah, y sobre todo –ahora, claro; antes, no- que todos, todos son muy malos! "Pero los de todos los partidos, ¿eh?". La conocida táctica del ventilador para aventar la mierda que he dejado y que salpique a todo el mundo, como ya emplearon en el 96."





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