sábado, 11 de enero de 2014

El Reino de Dios, la Tierra y la intención más perversa

FILIVS ECCLESIAE




         Aviso para navegantes del Papa Sabio: si está claro para los que pertenecemos a hermandades y cofradías; diáfano, para otros movimientos eclesiales "más comprometidos” –que se lo han creído ellos, vamos-. Atención a la jugadita desde el poder por los ingenieros sociales de siempre, y cómo nos utilizan y manipulan para luego tirarnos a la basura como un papel usado –no digo en qué-.








          A propósito de lo que significa “Reino de Dios en la Tierra”:




          “Entretanto se ha extendido en amplios círculos de la teología, particularmente en el ámbito católico, una reinterpretación secularista del concepto de “reino” que da lugar a una nueva visión del cristianismo, de las religiones y de la historia en general, pretendiendo lograr así con esta profunda transformación que el supuesto mensaje de Jesús sea de nuevo aceptable. Se dice que antes del Concilio dominaba el eclesiocentrismo: se proponía a la Iglesia como el centro del cristianismo. Más tarde se pasó al cristocentrismo, presentando a Cristo como el centro de todo. Pero no es sólo la Iglesia la que separa, se dice, también Cristo pertenece sólo a los cristianos. Así que del cristocentrismo se pasó al teocentrismo y, con ello, se avanzaba un poco más en la comunión con las religiones. Pero tampoco así se habría alcanzado la meta, pues también Dios puede ser un factor de división entre las religiones y entre los hombres.





Fotografía: Áureo Sanz Ruiz





          Por eso es necesario dar el paso hacia el reinocentrismo, hacia la centralidad del reino. Éste sería, al fin y al cabo, el corazón del mensaje de Jesús, y ésta sería la vía correcta para unir por fin las fuerzas positivas de la humanidad en su camino hacia el futuro del mundo; “reino” significaría simplemente un mundo en el que reinan la paz, la justicia y la salvaguardia de la creación. No se trataría de otra cosa. Este “reino” debería ser considerado como el destino final de la historia. Y el auténtico cometido de las religiones sería entonces el de colaborar todas juntas en la llegada del “reino”… Por otra parte, todas ellas podrían conservar sus tradiciones, vivir su identidad, pero, aun conservando sus diversas identidades, deberían trabajar por un mundo en el que lo primordial sea la paz, la justicia y el respeto de la creación.



          Esto suena bien: por este camino parece posible que el mensaje de Cristo sea finalmente aceptado por todos sin tener que evangelizar las otras religiones. Su palabra parece haber adquirido, por fin, un contenido práctico y, de este modo, da la impresión de que la construcción del “reino” se ha convertido en una tarea común y según parece más cercana. Pero examinando más atentamente la cuestión, uno queda perplejo: ¿Quién nos dice lo que es propiamente la justicia? ¿Qué es lo que sirve concretamente a la justicia? ¿Cómo se construye la paz? A decir verdad, si se analiza con detenimiento el razonamiento en su conjunto, se manifiesta como una serie de habladurías utópicas, carentes de contenido real, a menos que el contenido de estos conceptos sean en realidad una cobertura de doctrina de partido que todos deben aceptar.










          Pero lo más importante es que por encima de todo destaca un punto: Dios ha desaparecido, quien actúa ahora es solamente el hombre. El respeto por las “tradiciones” religiosas es sólo aparente. En realidad, se las considera como una serie de costumbres que hay que dejar a la gente, aunque en el fondo no cuenten para nada. La fe, las religiones, son utilizadas para fines políticos. Cuenta sólo la organización del mundo. La religión interesa sólo en la medida en que puede ayudar a esto. La semejanza entre esta visión postcristiana de la fe y de la religión con la tercera tentación resulta inquietante.”













          Otra vez Lo llevó el Diablo 
a un monte muy alto 
y Le mostró todos los reinos del mundo 
y la gloria de ellos, 
y Le dijo: 
Todo esto Te daré 
si postrado me adorares. 
Entonces Jesús le dijo: 
Vete, Satanás, porque escrito está: 
Al Señor tu Dios adorarás 
y a Él sólo servirás. 
El diablo entonces Lo dejó; 
y he aquí vinieron ángeles y Le servían. 


Mateo 4:8-11









Benedicto XVI, Joseph Ratzinger; S.S. (2007). “Jesus von Nazareth: Von der Taufe im Jordan bis zur Verklärung”. Ed. española: “Jesús de Nazaret. Primera Parte: Desde el Bautismo a la Transfiguración”. La esfera de los Libros. Madrid.

Capítulo III: El evangelio del Reino de Dios. Pg. 80 y ss.




  




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