miércoles, 22 de enero de 2014

Las Procesiones y las Bandas de Guerra (VI). Bosquejo histórico. Militares, por supuesto, y la aparición de las civiles. Los Armaos: en la Macarena.




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          Entre las bandas militares más afamadas y solicitadas de la época destacan las de los Regimientos de Infantería “Granada” y “Soria”, una denominada en la prensa y los programas de Artillería (que no era la montada del III Regimiento), la del IV Tercio de la Guardia Civil (sin derivaciones a la charanga ni desviaciones céltico-galaicas) y la famosísima de Ingenieros (que no sabemos si corresponde con la también denominada de Zapadores y Minadores).








          Como militar se puede considerar la de La Cruz Roja: tropas de socorro (camilleros) bajo el mando de oficiales y suboficiales y dependientes del Cuerpo de Sanidad Militar. Por su trayectoria y subsistencia ya desvinculada de la milicia, se la podría considerar como el nexo de unión con las civiles que comienzan ahora –principios del S.XX- a aparecer. De lo que no cabe la menor duda es de que es la banda de cornetas y tambores por antonomasia de Sevilla tanto por lo dilatado como por lo denso de su presencia en las procesiones. Sus actuaciones abarcan las nueve primeras décadas del S.XX como formación independiente para continuar luego agregada a la de música y seguir hasta la actualidad. Era habitual encontrarla varias veces durante la Semana Santa acompañando cofradías.








          Desde finales del Ochocientos en que se reorganiza bajo la tutela de la Hermandad la Centuria de Armaos de la Macarena, la presencia de la banda de cornetas y tambores en la Madrugada es constante y su fama año a año aumenta hasta cotas rayanas en lo mítico. A la par, el resto de los grupos de armaos desaparece del panorama cofradiero, como si la exclusividad que pretendía la cofradía de San Gil para la actuación de sus armaos se extendiese al hecho de llevar dicho tipo de escolta, quedando el reducido grupo del Santo Entierro –sin música que sepamos- y los intentos de creación de su grupo de armaos por parte de la cofradía de San Juan de la Palma con las bandas de La Policía Armada y La Giralda a mediados de siglo. De los intentos recientes, loamos el propósito y obviamos comentar el resultado hasta la fecha.








          Excluyendo los casos de la sección de cornetas y tambores de la banda de los Colegios de la Macarena -infantil y perteneciente a una institución-, de la de Los Armaos -dependiente de una cofradía- y la de La Unión Obrera –de oscuras noticias-, la primera civil y particular es la banda que entre la segunda y tercera década del siglo pasado forma Pepe El Tubero. En pocos años adquiere notoria popularidad, aunque rastreando sus actuaciones éstas no sean tan numerosas como las de las más populares bandas de guerra militares o las de La Cruz Roja.








          Hijas de la banda de El Tubero son la de “Nuestra Señora de los Reyes” y la de La Giralda. La primera, como heredera directa, pues resulto de la enajenación por parte de Pepe El Tubero de su banda a José Batista, en los años de la postguerra. La Giralda fue creada por Emilio Villar, corneta de la de El Tubero, a finales de los años veinte o principio de los treinta, y pronto adquirió gran notoriedad. Es decir la de El Tubero y la de La Giralda se reparten la consideración y la fama entre las de cornetas particulares.

          Este es el panorama de formaciones de cornetas y tambores del primer tercio del Novecientos en Sevilla. ¿Y las composiciones? Pues lo que tocaban las bandas eran sencillísimas composiciones –sencillo y simple no como sinónimos de pobre o de mala calidad, todo lo contrario, al igual que ocurre con las muchas primitivas letras del flamenco cargadas de excelsa poesía popular- propias de los instrumentos de la banda: cornetas secas cortas y largas acompañadas del ritmo de los tambores.








          Y es ahora cuando se va a introducir una novedad revolucionaria: la corneta de llave, al parecer por el famoso brigada Heliodoro Pulidoro de la no menos famosa banda de guerra de Ingenieros, quizás la más popular entre las militares en la época. Ello conllevaba aumentar las posibilidades sonoras del instrumento, de tal forma que las composiciones adquirirán riqueza a base de voces, solos y requintos. Las marchas de estos toques de corneta más sofisticados derivaban bien de marchas de paso ordinario adaptadas a ritmo lento, bien de arreglos de composiciones famosas de música culta o popular para interpretarlas con cornetas –incluidas las marchas de procesión para banda completa con cornetas que comenzaron a aparecer en este tiempo- pero también, por supuesto, se empezaron a componer piezas nuevas creadas para las propias bandas de cornetas y tambores. Estas marchas -de las que de algunas existe constancia en pizarras y vinilos; y de otras, no- puede que se conserven en la memoria –aún nos resuenan a los que peinamos canas antiguos toques que seríamos capaces de tararear- de viejos músicos de los que sería preciso, como labor urgentísima, refrescar la memoria y grabar sus melodías –de viva voz y grabando con un móvil- antes de que desparezcan. 








          Las dotaciones eran realmente cortas: no más de veinte cornetas y en la batería de tambores no más de diez entre cajas y bombos.








          Mientras, en la vecina Málaga, se está produciendo un hecho crucial: la eclosión artística de un genio de los toques de cornetas y tambores. Efectivamente, Alberto Escámez López está comenzando a componer marchas nuevas y a recrear toques antiguos que revolucionarán el panorama musical de Sevilla en lo que respecta a este apartado de la música procesional. La introducción de cuatro voces con las cornetas de llave; una sentidísima inspiración; un exquisito gusto para la composición y la adaptación; y un concepto del sonido y del registro de la corneta, de sus límites, virtudes y defectos, en fin, acrisolado desde la óptica del arte más depurado y los parámetros de la mejor música culta, van a hacer que sus marchas –con las de Poyuelo y Zueco- adaptadas e interpretadas por La Policía Armada se conviertan –junto con las de Montoya- una vez introducidas las cornetas Do-Si bemol y toda la gracia de la tierra, en el paradigma de la música procesional de paso de Cristo con toques de cornetas y tambores en Sevilla. Pero esto entra dentro del siguiente tercio del Novecientos. 






Continúa...




Publicado en la bitácora “Patrimonio musical” en la entrada “¿Enseñar historia de la "Música de Cristo?” del foro “La Música en los Pasos de Cristo. Música de Cristo." El 2 de Febrero de 2012 a las 21:32

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