miércoles, 1 de enero de 2014

Uvecé

MARCO DE JEREZ




         No se espante, lector, que no pienso tratarlo de Vuestra Merced o Vuesa Merced o Vuecé. Es uvecé, o sea WC (nosotros con ustearnos vamos despachados). Sí, va de cuartos de baño.








          Y viene el ya manido asunto porque encontréme el otro día a una pareja amiga. Comprádose que habían una casa que reformas necesita y, sin pensarlo, se plantaron a visitar establecimientos de sanitarios. ¡Ay, las caritas –perplejidad, espanto, asco– que traían! Claro que algo habían encontrado decente, pero casi todo lo que vieron, por mucho que se esforzaron, era indescriptible.








          Dése una vuelta por Jerez y endiquele el contenido de las cubas de escombros: la moda de la urgente renovación del baño que se nos ha venido. No pienso tratar –que otros antes y mejor lo hicieron– sobre sanitarios porcelanósicos ni “yacuzi” ni azulejos. Hoy quiero contarle lo de los accesorios y potingues; del auténtico mare magnum que uno se encuentra cuando visita estas piezas: puro barroquismo. Entre dorados y forjados, bordados y crochés, cenefas y estampas, tarritos y botellas, focos y tulipas, rizos y borlas, conchas y monomandos no sabe uno si lugar hubiere para depositar los inevitables desechos orgánicos. Ahora recuerdo cómo durante una velada en casa de una señora amiga y después de dos copas de brandy en la sobremesa yo... yo estaba reventandito. Discretamente hice la indicación y allí que me pasaron a un minúsculo baño de apartamento tan repleto que para entrar por poco tengo que sacar medio cuarto. Evacuado el líquido desechado por mis riñones, paséme a lavar las manos y refrescar la cara. Al echar mano a un sugerente papel higiénico color albero para atusarme las narices comprobé –¡horror!– que un dulzón olor a vainilla sintética me vino a las mismas. Reunido de nuevo con la anfitriona comenté entre admirado y cariñoso, con una mi’ajita de encubierta sorna, la sorpresa recibida. Respuesta: me regaló dos rollos. Mire, llevar la nariz envainillada, pase, pero que así huelan partes más bajas es una provocación, casi una delación.








          En este Jerez sobrio y elegante ¿dónde quedaron aquellos discretos, límpidos y familiares cuartos de baño blancos? Porque en estas capillas sixtinas del aseo, en estas sacristías cartujano-granadinas del acicalamiento, en estas fachadas del obradoiro (de obrar, claro) de la evacuación yo, desde luego, me pongo colorado al orinar o defecar, cuánto más meando o cagando, como toda la vida de Dios. ¿Piénsalo así Vuecé?
  
  



                                                                                                         AUREO SANZ RUIZ


Publicado en el diario “ABC. Edición de Jerez” el 19 de Octubre de 2001, Viernes.




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